Por Agustín Cabral Martell
El Desarrollo Rural Sustentable
Tal es el título de la ley vigente que sustenta la base para la actividad agropecuaria nacional, ante una ausencia bastante prolongada de tener en México las bases legales para esta actividad, ni el Plan Nacional de Desarrollo pasado tuvo esta base legal, ya que la Ley de Fomento Agropecuario fue derogada con la Ley Agraria, esos 200 artículos que están haciendo mucho re juego y que finalmente los resultados hasta ahora, no son los que se deseaban.
Esta ley que viene a sustituir el ordenamiento pasado, para su ejercicio activo deberá requerir de más de 72 millones de pesos mexicanos anuales a fin de que el campo mexicano, tan sufrido y sacrificado, vuelva a operar.
Esta ley consta de 18 capítulos y lo más sobresaliente e importante es hacer notar la obligación del Gobierno Federal de impulsar las actividades económicas en el medio rural para que de esta manera se incremente la producción, destaca además, para sumar a lo anterior, los planes y programas de capacitación creando de esta manera el sistema nacional de capacitación rural integral, que de hecho habiendo apoyado como se debía al INCA-rural, se haría exactamente lo mismo, pero con distinto nombre. Los planes y programas del INCA-Rural fueron bien preparados y ejecutados, sólo que los recursos para su operatividad no fueron los suficientes, puesto que a la capacitación se le tenía relegada y marginada, sin saber que un pueblo preparado es un pueblo que trasciende y sale de la pobreza, adquiriendo habilidades y destrezas la gente se ocupa y al estar ocupada la riqueza moral y económica aumenta y se sale del tercermundismo.
En este ordenamiento se incluye el pago anticipado de los recursos de Procampo, que se le ha de agradecer al Gobierno Federal su continuidad, compensando el Estado las desigualdades entre los productores nacionales y extranjeros, así como el establecimiento de programas de apoyo directo a productores de bajos ingresos o sin ingresos y que sus condiciones son de extrema pobreza.
Otro de los aciertos que tiene esta normatividad y que se espera sea factible su puesta en marcha, es lo referente al incremento de la productividad y la formación y consolidación de empresas rurales, que de antemano se habían incluido en aquella ley de la Reforma Agraria y que desgraciadamente solo, en su momento, era "letra muerta", puesto que las figuras asociativas consagradas en la ley de crédito rural (también derogada) estaban de forma activa sólo algunas y ante la apertura a la legislación mercantil (ley agraria) los agricultores o ganaderos pueden asociarse de cualesquier forma consagrada en las leyes vigentes y los productores pobres, los que tienen potencial productivo pero no tienen las condiciones necesarias para ello, es ahí a donde debe llegar el recurso.
Dentro del territorio nacional, el campo ocupa el sitio número 14 en superficie, con un millón 964 mil 375 kilómetros cuadrados, pero menos de las dos cuartas partes se encuentra dedicado a la agricultura y ésta no ha llegado a satisfacer las exigencias alimenticias de la gente.
Tierra fértil, noble y con capacidad productiva, sin embargo la gran vergüenza nacional, importar trigo (el 48% del consumo nacional es extranjero), el platillo del mexicano, el frijol (el 25% de las tortillas que se consumen, se hacen con maíz norteamericano). La tarea productiva mexicana requiere de una atención inmediata.
Por lo que se refiere a la cartera vencida, ¿sabía usted que en diez años creció el 1000%?, que pasó de $2,000 millones de pesos en 1990 a $22,000 millones en el año 2000. Además el precio de básicos cayó el 35% y los precios de la producción ganadera el 21%. El déficit agroalimentario mexicano es de 1.7 millones de dólares, con exportaciones de 7.6 millones, también dólares e importaciones de 9.4 millones, también de dólares, pues para qué los ponemos en pesos.
Ser subdesarrollado no es pecado, sin embargo es preferible no serlo, lo que sí es pecado es no lograr hasta ahora la autosuficiencia alimentaria, teniendo las condiciones para ello.
