Por Agustín Cabral Martell
El Ejido, hoy
Lo central en el siglo XX rural mexicano fue sin duda alguna la Reforma Agraria. Se realizó en México una profunda Reforma Agraria en el Siglo XX, por muchos años fue pionera en las reformas agrarias y como todo, al final también del proceso, se terminó agotándose. Los años más intensos de reformas fueron durante los años treinta y los años sesenta, fueron años de muy aceptable crecimiento del sector agropecuario.
Hacia los 80 pierde ímpetu por razones de que en buena medida se había completado el ciclo y en el 92, formalmente se acaba el ciclo de reparto o de dotación de la Reforma Agraria, pero eso es central, fundamentalmente para poder comprender el campo mexicano del Siglo XX.
Por su parte el ejido es una figura muy mexicana, muy sui géneris, que bien llevado y administrado tendría un gran futuro, porque es un núcleo de acción solidaria campesina y altamente acreditado.
Todas las estrategias de desarrollo rural que se están emprendiendo no pueden obviar, no pueden cruzar por la institución mexicana por excelencia de tenencia que es el ejido. Que al ejido hay que modernizarlo, desde luego. Que hay que hacer reformas muy puntuales en la estructura ejidal, en su superestructura, claro que sí, pero ahí están los ejidos y no es correcto ya no hablar de los ejidos.
Resulta que hay 29 mil ejidos y 100 millones de hectáreas, toda la superficie de Colombia y un poco más es ejidal.
Dejó también el siglo que se fue una estructura productiva y de tenencia bimodal; la conocemos mucho, hemos hablado, hemos discutido, hemos polemizado pero básicamente se quedó un sector moderno y comercial, bastante competitivo que llegó a producir para la exportación, para el mercado interno y fue hasta los años 60 un sector en auge en la economía de México; ese sector moderno igual que el resto del sector entró también en dificultades a partir de los años 60 y sobre todo, a partir de las aperturas económicas en los años 80, gradual en los 80, mucho más aguda en los 90 con el TLC.
La parte moderna de la agricultura mexicana desarrolló tecnologías tipo revolución verde y fue en su momento un ejemplo productivo.
En el sector ejidal queda desde luego y nada menos que los bosques y las selva mexicanas, se tiene ahí sobre todo, una enorme riqueza del país, una riqueza natural muy importante y básicamente casi toda está dentro del sector ejidal o inclusive, el comunal.
La mecanización, los agroquímicos, la ganadería extensiva dejaron una profunda huella ambiental, muchas veces negativa, peor hay que decir que México si pudo consolidar un sector pujante, moderno y eficiente.
En la otra cara de la moneda, hay un sector minifundista, muy pobre que no se atendió en todo el Siglo XX y hoy por hoy no hay una estrategia muy precisa, muy clara de cómo enfrentar estos problemas. Incluye más o menos el 70% un poquito menos de las unidades de producción y absorbe a casi todos los ejidatarios y también a los parvifundistas, a los minifundistas privados que ocupan en general zonas de temporal malo, de baja productividad en zonas áridas, serranas y selváticas, que producen generalmente para el autoconsumo.
Es notable cómo la producción para autoconsumo no ha disminuido tanto como lo ha hecho ya en otros países de menor desarrollo relativo que México. Ésta es una anomalía estructural de este país.
Por ejemplo Colombia, es un país con un ingreso per cápita menos de la mitad que México y en muchos indicadores tiene un nivel de desarrollo menos, sin embargo, Colombia tiene un sector agropecuario más integrado, tiende a ser unimodal y es sin duda, un sector agropecuario en sí mismo más moderno y competitivo.
Es así que se tiene en el ejido, una especie en extinción, dado el sistema mexicano.
Si se aprovecharan las estructuras jurídicas agrarias y se llevaran a cabo conforme se tiene la base legal para ello, pensamos que sería la figura asociativa idónea para elevar la producción agroalimentaria en México, sin quitarle meritos a todas las demás. Éste es un análisis de derecho, no de hecho.