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Norte y Sur / La herramienta de las palabras

Salvador Barros

(En la obra Términos críticos de sociología de la cultura" (Paidós) se reúnen conceptos clave de esa disciplina con el objetivo de crear una fuente de consulta para estudiosos de distintas áreas. Carlos Altamirano, el director del volumen en el que colaboraron, entre otros intelectuales, Beatriz Sarlo, Néstor García Canclini y Eliseo Verón, reflexiona sobre los alcances del ensayo).

La idea: reunir conceptos clave de la sociología de la cultura y convertir el texto en una fuente de consulta para estudiosos de diferentes disciplinas. El libro recién editado contiene cincuenta entradas abordadas con notable profesionalismo por 39 colaboradores, en su mayoría argentinos, entre los que se encuentran Beatriz Sarlo, Eliseo Verón, Néstor García Canclini y algunos profesores latinoamericanos como el mexicano Fernando Escalante Gonzalbo. Quien dirigió la obra y escribió a su vez algunos de los artículos es Carlos Altamirano, profesor de la Universidad Nacional de Quilmes, con quien mantuvimos el siguiente diálogo.

P:- ¿Cómo se hace para encontrar el tono que permita divulgar sin perder rigor, explicitar sin vulgarizar una disciplina? Supongo que para todo diccionario conceptual esto es un problema.

R:- El pedido que yo hice a los colaboradores fue que cada texto pudiera ser leído por un estudiante, de historia, de sociología, de ciencias de la comunicación, de filosofía, de letras, pero que también obrara como texto de consulta para quienes fueran docentes de esas mismas disciplinas, a veces porque no tienen particular especialización o familiaridad con determinado campo dentro de este universo bastante heterogéneo y amplio al que llaman, en singular, Sociología de la Cultura. Creo que este objetivo de legibilidad sin pérdida de rigor fue alcanzado.

P:- Ésta parece la creación del libro que uno hubiera necesitado consultar pero que no existía.

R:- No hay nada así en lengua española. No encontré tampoco nada así en otras lenguas, lo que no significa que no estén. Uno encuentra enciclopedias de gran calidad de sociología a secas, o bien lo que podría estar más próximo a esto que serían los diccionarios de origen anglosajón de estudios culturales. El propósito era colocarse, no en otro polo respecto de los estudios culturales, sino en un espacio diferenciado que recuperara un conjunto disciplinario más viejo que reclamaba el nombre de Sociología de la Cultura como especialidad casi alemana entre los años 20 y 30, y que remite a unos pocos grandes nombres, Max Weber, Alfred Weber, Max Scheler y sobre todo Karl Mannheim. Era necesario no ignorar esta tradición pero tampoco los desarrollos que transcurrieron desde los 60 en adelante en relación con el mundo de la significación.

P:- Retomando la metáfora borgeana del mapa y el territorio, este diccionario de Sociología de la Cultura podría ser, por un lado, el mapa de un territorio, que seguramente no aspira a coincidir exhaustivamente con él. Pero, por otro, podría también ser pensado como un agregado al territorio, en términos de acontecimiento y de producción teórica, porque es un hilado interpretativo sobre la disciplina que, de hecho, la expande.

R:-Yo tuve que hacer una selección, que en algunos casos podía justificar tomando ejemplos en cuanto había visto en muchas enciclopedias de ciencias sociales. Pero por otro lado hice elecciones personales y enteramente discutibles. Supongamos: "representación", ¿debía estar o no? Yo quería que estuviera, aunque no era obligado. Dado que una parte relevante del trabajo que se hace en el dominio de la sociología y la cultura toca cuestiones relativas al tema de la representación, vi que no podía estar ausente. Entonces, efectivamente, no es un mapa, en el sentido en que no me he limitado a registrar una codificación que ya esté hecha.

P:- Hay en el texto una metodología y un rigor que no quedan invalidados por lo que no está. Un diccionario que no se quiere omnímodo vale por sus presencias, no queda invalidado por sus ausencias.

R:- Eso es lo que yo creo. Lo tomo como una obra abierta. Lo que quería era armar una caja de herramientas. La calidad de este diccionario depende mucho del modo en que se han comprometido los colaboradores a hacerlo. Es una obra colectiva donde las voces han sido trabajadas con gran cuidado y mucha elaboración.

P:- Hay tres cosas que se seleccionan: términos, colaboradores y bibliografía. Esto implica una metarreflexión dentro de la propia disciplina para armar ese hilado. ¿Es posible explicitar dicho hilado?

R:- Antes de que me viniera a la mente la idea de proponer este diccionario, había estado leyendo bastante acerca de la sociología de la cultura porque había dado cursos de posgrado al respecto. Por lo tanto había refrescado conocimientos anteriores y había adquirido nuevos. Cuando me puse a borronear qué términos debían estar, tenía algunas ideas ya más o menos fuertes, aunque poco a poco fui diciéndome que tal término debería estar y algún otro no. Luego busqué a las personas que trabajan profesionalmente en esos temas. A buena parte de ella, sobre todo a las que eran de la Argentina, las conocía. En otros casos lo que hice fue preguntarles a mis amigos de Brasil, México o de Chile, por ejemplo, quién podía hacer tal o cual voz. Porque decidí que el diccionario tenía que tener una producción, no enteramente latinoamericana, porque el grueso de los colaboradores son de la Argentina, pero que tenía que tener un alcance latinoamericano.

P:- Aunque haya colaboradores de otros países, a través de este texto emerge un trabajo de inteligencia argentina. ¿Consideras que hay algo distintivo en ella?

R:- Yo creo que hay algo que caracteriza en general a la cultura argentina, que es una cultura que absorbe y mezcla elementos procedentes de diversas fuentes, no sólo europeas, dado que hoy no se puede hablar sólo de Europa porque gravitan en ella mucho las culturas mexicana y norteamericana. Ha sido tradicional en la cultura intelectual argentina estar abierta a la recepción de inspiraciones que no proceden de un solo centro y es aquí donde se producen, donde se operan mezclas, podría decirte, estrambóticas. Que es lo que distingue, para retomar la imagen de Borges, el escritor argentino y la tradición. El escritor argentino efectivamente se comporta como si toda la cultura europea y norteamericana fuera la suya. Y se mueve, en general, bastante libremente dentro de eso. Lo distintivo es esa libertad para adoptar, tomar, unir, sin demasiado respeto de escuelas o de ortodoxias.

P:- Creerías que a través de las voces transpira una forma de libertad.

R:- Efectivamente, que las personas que han escrito estas cosas se han movido libremente a la hora de recoger sugerencia, inspiración, sin atenerse a ninguna exclusividad de escuela.

P:- Es interesante la mención de la caja de herramientas como metáfora, porque uno imagina una herramienta como un medio para construir otra cosa, pero la herramienta en este caso es a su vez una construcción. Me llamó la atención, por ejemplo, la noción de Ciudad. Ése es un ejemplo de una herramienta que es una construcción en sí misma.

R:- Así es. Cultura urbana, sociología urbana, sociología de la cultura urbana, todos tenían la ventaja de acotar mejor pero también de reducir el conjunto múltiple de determinaciones que entraban en la constelación "ciudad". Ésta era una entrada que permitía hablar de muchas cosas al mismo tiempo. Era de cultura urbana, pero la cultura urbana y la urbanística es un conjunto disciplinario que remite a algunos problemas. La palabra ciudad sin embargo tiene más densidad que la urbanística y que la problemática de la cultura urbana, porque la palabra ciudad permite aperturas hacia representaciones y reflexiones que no se colocan en el ámbito de la urbanística. Hay una parte importante de la literatura que ha inventado un imaginario de la ciudad como el caso de Walter Benjamin. Ciudad me parecía como un condensado, más rico que cualquiera de los otros términos con los que hubiera tratado de pensar la cuestión.

P:- Es interesante ver cómo los términos teóricos viven y mueren, al igual que los términos científicos. El carácter abierto del diccionario supone también la asunción de la posible mortalidad de sus conceptos. Algunos términos, como conciencia o estructura, han sido diezmados por la crítica teórica.

R:- Así es. ¿Cuál es el término con el que hoy se piensan muchos de los temas que ayer se pensaban bajo el término conciencia? Identidad. Pero esto es poner las cosas en la dinámica del tiempo. Por ejemplo, un término que no está en este diccionario pero hubiera sido infaltable en un diccionario hecho en 1960 sería la voz conciencia, conciencia de clase. Es uno de los términos que el desarrollo que han conocido las ciencias sociales ha dejado como un término desgastado sin utilidad teórica. El fin de la filosofía del sujeto ha erosionado el papel teórico de esta noción.

P:- Está señalado en una de las voces que el intelectual es quien administra y produce bienes simbólicos. Uno se pregunta, ¿cuán rica es la producción de los bienes simbólicos en la Argentina frente a la pobreza en la producción de bienes de otros órdenes? ¿Hay una esquizofrenia en este punto?

R:- La Argentina tiene una vida intelectual universitaria y extra-universitaria particularmente rica, notable en el conjunto de América Latina, claramente. ¿Qué vínculo tiene esto con el conjunto de la vida social? Todo el último tiempo la cuestión ha estado puesta sobre el carácter más o menos corrupto del personal político. Y no digo que la corrupción no sea significativa, pero para mí el problema más serio en ese campo ha sido y es el hecho de que no hay una clase política solvente, en condiciones de hacerse cargo de la gestión de los asuntos públicos en una sociedad compleja como es la argentina. Me pregunto cuánto ayudaría a esto una mayor participación de los intelectuales en la vida política. No soy un devoto de la implicación de los intelectuales, aunque podrían sí ayudar a mejorar los argumentos, a refinar el debate, más aún, a instituir el debate. Algo pasó en algún momento, y no fue en el último tiempo, que disoció personal político y elites intelectuales en la Argentina.

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