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Nuestra Salud Mental / Puentes a cruzar en San Francisco

Dr. Víctor Albores García

Quincuagésima segunda parte

Desgraciadamente, la vida no siempre es de color de rosa para los niños y menos en nuestra época, de modo que no todos los pacientes infantiles presentan solamente síntomas y reacciones de tipo adaptativo y pasajero, frente a las muy variadas crisis y situaciones estresantes que existen en la familia, en su ambiente y en nuestro mundo actual. Tenemos que pensar, que un alto porcentaje de los niños y niñas del presente, también se enferman emocionalmente y pueden por lo mismo desarrollar trastornos que en nuestra ignorancia y desinformación, creemos que no existen o que sólo se dan en los adultos. Los muy diversos trastornos de ansiedad que ya en otras ocasiones se han mencionado en esta columna, tales como la ansiedad por separación, la ansiedad generalizada, las fobias, el trastorno por estrés postraumático, el trastorno obsesivo-compulsivo, hasta inclusive las crisis de pánico, también se pueden dar en esta etapa de la vida. Lo mismo sucede con los trastornos depresivos, las adicciones, los trastornos de aprendizaje y de lenguaje, los trastornos oposicionistas, de conducta o por déficit de la atención, los trastornos del sueño, de la alimentación o de la eliminación e inclusive trastornos de tipo más severo como son el retraso mental, la psicosis infantil o el autismo.

Cuando un paciente infantil presenta síntomas de alguno de estos trastornos, ya no sólo necesita que alguien lo ?vea? y ?juegue? con él o ella. En estos casos, existe la necesidad muy apremiante de que se le haga una verdadera valoración clínica, mediante la cual se va a tratar de determinar o confirmar la existencia de alguno de estos trastornos. Entre más temprano se detecten, mayor será la posibilidad de ayudarles a salir adelante al llevar a cabo un buen sistema de tratamiento, después de haber valorado concienzudamente el o los diagnósticos existentes. Cuando por el contrario, estos niños son llevados a consulta con ?terapeutas? que no tienen el entrenamiento adecuado, se pierde entonces la oportunidad de detectar tempranamente estos trastornos por medio de una valoración diagnóstica. Como consecuencia, se pierde un tiempo fundamental en ?tratamientos? que son superficiales e innecesarios. En dichos casos, ese tipo de ?terapia de juego?, que carece de verdaderos objetivos terapéuticos dirigidos hacia uno o varios trastornos específicos no tiene validez alguna. Ello es consecuencia de las limitaciones y falta de preparación del ?terapeuta?, quien desgraciadamente no está capacitado para reconocer los trastornos emocionales que pueden padecer los niños. Meses e inclusive años pueden pasar, sin que se detecten tales trastornos, y sin que los padres o la familia sean orientados correctamente, debido a esa falta de entrenamiento.

Lo que sucede naturalmente, es lo que sucede con cualquier enfermedad en el campo médico, cuando no se ha valorado ni se ha diagnosticado adecuadamente al paciente y por lo mismo, tampoco se han aplicado obviamente las medidas de tratamiento necesarias. El trastorno generalmente, tiende a seguir su curso a lo largo del tiempo con altas y bajas e inclusive, lejos de mejorar, más bien puede llegar a empeorar y a presentar diversos tipos de secuelas y consecuencias a futuro, sea a corto, mediano o largo plazo. En la actualidad es un hecho confirmado y bastante bien documentado en diferentes tipos de estudios que se han llevado a cabo a largo plazo, que muchos de los trastornos emocionales que se presentan durante la infancia y no son tratados temporalmente, tienden a regresar durante la adolescencia o la etapa adulta. Inclusive, quienes trabajamos con niños, nos podemos percatar que tales trastornos aparecen como crónicos, nunca desaparecen del todo e inclusive, tienden a prolongarse a lo largo de la vida.

Por lo mismo, cuando se presentan síntomas de uno o varios de estos trastornos en los niños, se requiere entonces de la intervención de un psicólogo o de un psiquiatra verdaderamente especializado en el área infantil. El entrenamiento y la experiencia con los que cuenta, le permitirán precisamente realizar un estudio más profundo del paciente y de su familia, para llegar a conocer el tipo de trastorno o de trastornos a los que se enfrenta. El poder definir tales diagnósticos, le permitirá asimismo en colaboración con los padres otros especialistas, como parte de un equipo interdisciplinario más completo, llegar a tomar las medidas adecuadas y necesarias para un tratamiento global. No se trata de ninguna manera de magia o de ilusionismo, ni de brujería o de escopetazos disparados al azar, sino de un método científico que se ha desarrollado y practicado desde la antigüedad, a lo largo de la historia de la Medicina hasta nuestros días. Se trata de un esfuerzo humano para descubrir las causas de las enfermedades, el método para detectarlas, conocerlas mejor y luchar contra ellas, como una forma de regresar al paciente a su estado natural de salud.

El entrenamiento y la actualización específicas en esa área profesional, son precisamente los factores que facilitan el estudio clínico y el tratamiento de los pacientes infantiles, en un área muy compleja de por sí, en la que todavía siguen existiendo tantas dudas y preguntas sin responder, lo que naturalmente nos estimula a seguir aprendiendo.

Es definitivamente una desgracia y una verdadera tristeza, que en un país como México en el que la población infantil representa todavía un alto porcentaje de la población general, no contemos aún con los suficientes especialistas realmente calificados, que puedan velar por la salud mental de los niños. Desgraciadamente, este problema no es específico de nuestra comarca, sino que se da a lo largo de todo el territorio nacional, inclusive en las ciudades de mayor población, a pesar de que ahí el número de profesionistas de este tipo sea mucho mayor. A pesar de que los servicios de salud mental infantil también ha proliferado en las últimas décadas, algunos de ellos en forma planeada y bien organizada, con profesionistas que cuentan con credenciales serias y reales de adiestramiento especializado, mientras que otros han brotado improvisadamente, al estilo silvestre, y sin la capacitación adecuada, tampoco alcanzan a llenar las inmensas necesidades y exigencias de una población infantil cada vez más numerosa que requiere ser atendida. Ello sucede tanto en instituciones privadas como en aquéllas del sector oficial. (Continuará).

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