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Nuestra Salud Mental / Puentes a cruzar en San Francisco

Dr. Víctor Albores García

(Quincuagésima cuarta parte)

Una disculpa a los lectores por las interrupciones en forma de paréntesis que me he permitido incluir en las últimas semanas, y que cortaron la continuidad de los otros temas que se estaban tratando. Sin embargo, me pareció que era necesario comentar un evento tan importante en la historia de nuestra ciudad, como fue el de la reinauguración del Teatro Nazas, puesto que también lo considero como una parte esencial del temario dentro de esta columna, ya que se trata de elementos fundamentales de nuestra salud mental y cultural regional, desde el momento en que creemos que toda manifestación artística forma parte precisamente de tales áreas.

Pero una vez después de dichos paréntesis, quisiera retomar el tema que quedó pendiente el mes pasado, sobre la educación de los hijos, la detección temprana de patología en ellos, la importancia de una buena valoración clínica psicológica y psiquiátrica cuando así se requiere, debido a la presencia de determinados síntomas; lo fundamental y necesario que es el tipo de entrenamiento especializado que deben tener todos aquellos profesionistas que se llamen a sí mismos psicólogos, terapeutas y psiquiatras infantiles o de adolescentes y a la vez, las dificultades que existen en nuestro país para desarrollar programas de entrenamiento especializado a niveles superiores, específicamente sobre estas áreas. Reflexiones todas ellas que surgieron como parte de un curso que se presentó en el Congreso Nacional de la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y del Adolescente en la ciudad de San Francisco hace un par de años. El curso coordinado por el Dr. Klaus Minde, psiquiatra infantil y catedrático de la Universidad McGill en la ciudad de Montreal en Canadá, se llamó ?Efectos de la paternidad y la maternidad en el desarrollo de los hijos?.

Muchas personas se han acercado a preguntarme qué tienen que ver los puentes de San Francisco con los temas que se están tratando en este larguísimo y al parecer interminable reportaje sobre la salud mental. Sucede que siete meses después del congreso mencionado, también se llevó a cabo en la ciudad de San Francisco, el Congreso Nacional de la Asociación Psiquiátrica Americana, en mayo del año siguiente. Los puentes que unen las diferentes áreas en la Bahía de San Francisco, me han servido como una metáfora sobre los diferentes y muy variados aspectos que se presentaron en ambos congresos, y que asimismo representan puentes que buscan enlazar muchas áreas de la salud mental. Así sucede con las neurociencias, la farmacología, la imagenología, la psicología, la psiquiatría, el psicoanálisis, la religión, la sociología, la antropología, la pedagogía, la medicina en general y tantísimas otras ramas que se busca enlazar en la época actual, en un esfuerzo precisamente por conocernos y comprendernos mejor en nuestro funcionamiento como seres humanos. A su vez, me parece que cualquier profesionista que se considere a sí mismo especializado en alguna de las áreas de salud mental en el presente, tiene por fuerza que intentar cruzar igualmente tantos de estos puentes dentro de sí mismo, en un esfuerzo por actualizarse y tratar de comprenderse mejor a sí mismo y al ambiente en el que reside, tanto como persona que como profesionista, en este estilo de trabajo que ha seleccionado para su vida.

Regresando al curso del Dr. Minde, quien fue el ponente final del mismo, en un tema que denominó: ?Enseñando a los padres a ser padres?, este conferencista planteó una serie de aspectos y cuestionamientos bastante interesantes. A pesar de que se piensa que existe un instinto biológico intrínseco en la mujer o en el hombre, que llamamos capacidad de maternidad o de paternidad, el Dr. Minde considera que no es una conducta natural, sino que se trata de una conducta que debe ser aprendida. Por lo mismo, la sociedad y la cultura han tenido y siguen teniendo un impacto profundo en este proceso de aprendizaje. Inclusive, él piensa que la calidad de parentaje (es el término que se ha castellanizado para describir lo que en inglés se llama parenting y que en español no tenemos una palabra que lo pueda describir con la misma fidelidad) vendría a ser un reflejo del balance que exista entre los recursos y los factores estresantes internos y externos.

Debido a los rápidos cambios y movimientos sociales y económicos que se están dando en nuestro mundo en las últimas décadas, han surgido una serie de situaciones que afectan a la familia, a la madre y al padre directamente, y por lo tanto afectan también su capacidad para relacionarse y educar a sus hijos. El Dr. Minde cita por ejemplo, que casi el 60 por ciento de las madres con niños por debajo de un año de edad, se encuentran trabajando fuera del hogar. En 1993, el 73 por ciento de los embarazos sucedió en adolescentes solteras, que es todo un contraste con el 18 por ciento que se detectó en 1963. Por otro lado, se encontró que 46 millones de preescolares están siendo atendidos por sus padres, puesto que precisamente son ahora las madres quienes se encuentran fuera del hogar debido a sus empleos, mientras que tantos de estos padres no tienen empleo.

Las cifras anteriores ejemplifican lo que está sucediendo en las sociedades industriales, en las que la familia nuclear se encuentra más aislada de la familia extendida y por lo mismo ha perdido en cierta forma la herencia del aprendizaje transmitido de generación en generación por las abuelas hacia las madres para el cuidado de los hijos. Nos encontramos entonces, con madres que se sienten más solas y desorientadas ante ese nuevo rol, sin sentir los apoyos necesarios, aunque a la vez, eso en muchos casos tiende a unir más a la pareja. Por otro lado, ante la salida de las madres de los hogares al ir a trabajar de tiempo completo, los padres se ven obligados a aprender a tomar un sol más activo y educativo en cuanto al cuidado de sus hijos, un rol que en un gran porcentaje les era desconocido anteriormente, puesto que se había considerado como exclusivo de las mujeres en las sociedades tradicionales. Finalmente, el porcentaje de familias desintegradas en la actualidad ha aumentado notablemente, lo que trae como resultado a una madre sola ya sea soltera, abandonada o divorciada que se hace cargo de los hijos, y en muchos casos también lo contrario, un padre solo, abandonado o divorciado que tiene que tomar las mismas funciones. Como resultado de estos cambios, han surgido una serie de instituciones públicas o privadas que se dedican al cuidado y educación de los niños desde etapas muy tempranas, inclusive con recién nacidos. Igualmente, ha aumentado el número de personas que se dedican a cuidar niños a domicilio, como un trabajo remunerado, sin que ello necesariamente implique que tengan los conocimientos profesionales, ni las habilidades para hacerlo. (Continuará).

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