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Nuestra Salud Mental / Puentes a cruzar en San Francisco

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC).

CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA

ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

QUINCUAGÉSIMA SÉPTIMA PARTE

Aunque desde el nacimiento de las criaturas, a los padres se nos alecciona en una forma cada vez más informativa y minuciosa sobre los cuidados físicos, la alimentación, la salud en general y la prevención de enfermedades en los niños, así como sobre el meticuloso control médico que debe seguirse sea con su pediatra privado o con el institucional, me parece que todavía estamos bastante lejos de llevar a cabo el mismo proceso en lo que se refiere a los aspectos de salud mental en los niños. A pesar de que la mayoría de pediatras que tienen muchos años de entrenamiento y experiencia en el campo, y en su trato con madres y criaturas, o aún aquéllos más jóvenes que tienen poco tiempo de salir de su especialidad, puedan ser excelentes especialistas, no todos ellos se mantienen actualizados sobre los diferentes estudios e investigaciones relacionados con los aspectos del desarrollo psicológico y de la salud mental. Desgraciadamente, es triste el que todavía para muchos, la Psicología y la Psiquiatría Infantil sigan teniendo connotaciones un tanto esotéricas, oscuras, mágicas y no muy científicas, un estigma que suele tener raíces históricas y culturales, y que no hemos podido borrar del todo entre el público y aún en las mismas instituciones de la educación médica superior.

Desafortunadamente, los cursos psicoprofilácticos que existen en nuestra comarca no alcanzan de ninguna manera para llenar las necesidades de toda esa enorme población de parejas embarazadas que existen en nuestra comunidad y en nuestro país, y que a pesar de los continuos llamados para el control prenatal siguen proliferando interminablemente. Algunas personas ni siquiera han oído hablar de estos cursos, y en tantas ocasiones tampoco conocen el valor del control prenatal, o simplemente no cuentan con los recursos no sólo económicos, sino ni siquiera intelectuales y educativos para llevarlo a cabo y comprender su valor. Además, tenemos que tomar en cuenta que este tipo de cursos solamente abarcan del período del embarazo hasta el parto, de manera que en los siguientes años de desarrollo del bebé, los padres se las tienen que ver como pueden. Para ello, utilizan aquellos conocimientos que ellos mismos captaron de la educación en sus respectivas familias, o ya como adultos, de los consejos de familiares, vecinas, amistades o personas mayores que ellos, especialmente cuando no cuentan con la presencia de una o ambas abuelas, que los orienten y entrenen al respecto.

Me parece que este período tan importante y decisivo en el desarrollo de las criaturas, desde su nacimiento hasta la entrada a la escuela, permanece en muchas familias como un período sumamente crítico, estresante y tormentoso para ambos padres, especialmente cuando se trata de su primer bebé y carecen de la experiencia y los conocimientos propios, o de una orientación y asesoramiento adecuados. Es como encontrarse frente a un gran desierto, que confunde, desorienta y provoca sentimientos muy encontrados respecto a lo que significa lidiar con un bebé y sus necesidades, sobre todo cuando se trata de esa primera experiencia. El entusiasmo, la felicidad, el orgullo y el amor que se les tiene al nacer, pueden verse opacados por momentos ante la frustración, la impotencia, la sensación de invalidez y fracaso e incluso por la desesperación ante los períodos difíciles, al enfrentarse a un pequeño ser humano que no habla ni se expresa verbalmente como estamos acostumbrados a hacerlo generalmente entre los adultos. Algunos padres como ya se dijo, acuden a las abuelas, a los familiares, a los vecinos, a las amistades, o inclusive a los libros, de modo que este proceso generalmente tiende a convertirse en el resultado de un aprendizaje de experiencias generacionales y culturales que pasan de uno a otro nivel.

Creo que definitivamente, este periodo en la vida de los padres y el crecimiento del bebé requiere precisamente de la formación de ese tipo de grupos de educación de padres, que les puedan ayudar a conocer y comprender mejor las características y las necesidades de sus hijos en esta etapa, para asimismo facilitar la superación de dificultades y la resolución de problemas propios de estos años, con todo lo que implica el cuidado y la educación de los hijos. Muchas de las crisis matrimoniales que se presentan durante este período, están relacionadas con esa falta de educación e información que los padres tienen sobre el cuidado de sus hijos y las funciones que ambos deberían desempeñar, participando activamente de acuerdo a sus habilidades y a sus conocimientos. Esa ignorancia y desinformación los lleva con mucha frecuencia a situaciones cabalgantes de tensión e incomprensión, con choques y discusiones entre ellos que pueden incrementarse paulatinamente a lo largo de los años, para convertirse en crisis cada vez más severas, que suelen llevarlos a la desesperación, al distanciamiento entre ellos como pareja, al aislamiento, a la rivalidad y a las guerras de poder, e inclusive finalmente hasta llegar al divorcio.

A pesar de que con mucha frecuencia los padres se pueden quejar de la difícil tarea de educar a los hijos, y de cómo no saben hacerlo porque nunca asistieron a ninguna universidad que los capacitara en ello, la realidad es que muchos de ellos tampoco han buscado activamente ese tipo de entrenamiento oficial. Inclusive, me parece que ni siquiera han llegado a participar en los grupos o cursos para padres que ya se han formado y se ofrecen en tantas de las escuelas oficiales o de los colegios privados de nuestra región. Podríamos comentar entonces sin temor de equivocarnos, que definitivamente en este período de la infancia temprana, antes de que los hijos entren a la educación preescolar o primaria, ese tipo de programas de educación para grupos de padres serían de una gran importancia y llenarían muchas de las necesidades y dificultades que actualmente enfrentan tantas parejas que tienen niños y niñas pertenecientes a esa etapa. A la larga, me parece que de esta forma, se podrían ahorrar muchos problemas para el futuro en las relaciones familiares y en la orientación de los hijos. Desconozco si ya existen en nuestra comarca ese tipo de programas para padres con niños en edades preescolares, que definitivamente son muy necesarios, pero tenemos que tomar en cuenta el que definitivamente, uno de los enormes problemas de nuestra población, es el muy limitado nivel de educación que tenemos en todas las áreas de la vida. (Continuará).

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