(Décima Sexta Parte)
El estrés no es un fenómeno exclusivo de los adolescentes o los adultos; desde muy temprano en la infancia, los bebés pueden estar sujetos al mismo, según el tipo de ambiente familiar en que vivan las experiencias a las que hayan sido expuestos y las condiciones ambientales a su alrededor.
Existen una serie de factores de riesgo que se han detectado en diversos estudios sobre personas que padecen depresión en los Estados Unidos, entre los cuales sobresalen: La historia familiar de padecimientos depresivos, la historia previa de haber padecido depresión; el hecho mismo de ser mujer; ciertos rasgos de personalidad; el tipo de estrés en la vida (duelos, problemas económicos crónicos, etc.); la pérdida de los padres a edad temprana; el abuso físico, sexual, o el descuido durante la infancia; el abuso de drogas o de alcohol y también los trastornos de ansiedad.
Por otro lado, un estudio efectuado por el Dr. Kenneth Kendler y sus colaboradores diversas universidades bastante reconocidas en Estados Unidos, en 680 pares de gemelas del sexo femenino ambas, detectó los siguientes factores de riesgo para presentar una depresión mayor a futuro. En primer lugar la exposición a experiencias traumáticas durante la vida, sobre todo a edad temprana, los factores genéticos, el temperamento y el tipo de relaciones interpersonales que sostenga. Este modelo que ellos describieron como de riesgo para presentar una depresión mayor en la mujer, tenía que ver con la combinación de estos cuatro factores.
Ellos concluyeron que la depresión mayor es un trastorno multifactorial, y que para comprender su origen se requiere de la integración rigurosa de los factores de riesgo de tipo genético, temperamental y del ambiente.
La doctora en Psicología Christine Heim, profesor asistente en el departamento de Psiquiatría y Ciencias de la Conducta de la Escuela de Medicina de la Universidad Emory en Atlanta, inició su aportación a este simposio, mediante la presentación de los datos mencionados arriba, producto de tales estudios. Su tema: ?Una visión general de la relación entre el estrés, la depresión y la ansiedad? buscaba demostrar dicha relación especialmente con los recientes hallazgos neurobiológicos que se han encontrado en pacientes que presentan trastornos depresivos y de ansiedad. Para ella, es definitivo que exista una relación entre las experiencias traumáticas tempranas o el estrés temprano en la vida, con el desarrollo de trastornos de ansiedad posteriormente en las etapas de adolescencia o de adulto.
El descuido o el abuso sexual y físico en los niños representa para ella, de acuerdo a varios estudios epidemiológicos, uno de los riesgos más significativos para que los individuos presenten posteriormente diferentes tipos de trastornos de ansiedad. Por ejemplo, aquellos sujetos que como adultos padecen trastorno de ansiedad generalizada, reportan mayor número de experiencias de abuso físico o sexual durante su infancia comparado con los sujetos de un grupo control. El estrés a su vez precede y agrava a los trastornos de ansiedad. En un estudio en 424 mujeres en EUA, víctimas de abuso durante su infancia, se encontró que éstas presentaban: un mayor número de síntomas físicos; puntaje alto en escalas para la depresión, la ansiedad y mayor sensibilidad en las relaciones interpersonales, así como abuso de drogas o de alcohol; un nivel más alto de intentos de suicidio y una mayor incidencia de admisiones a servicios psiquiátricos.
A su vez, los estudios neurobiológicos que se han efectuado en pacientes de diferentes edades que padecen trastornos de ansiedad o depresión, han encontrado una serie de hallazgos importantes, mediante los cuales se trata de explicar y comprender mejor la neuroquímica que se da en estas personas. Se ha reconocido por un lado, el llamado factor liberador de la corticotrofina u hormona liberadora de la corticotrofina, como un importante mediador de las respuestas al estrés, que es una sustancia secretada en el eje hipotálamo-pituitaria-suprarrenal. Su concentración en la sangre se encuentra elevada durante la presencia de trastornos depresivos o de ansiedad. Mediante el uso de la resonancia magnética, también se ha encontrado en estos pacientes, que el volumen de su hipocampo (otra área cerebral) se encuentra disminuido, lo que a su vez puede explicar ciertos cambios cognoscitivos que se dan en ellos, como es el caso de la memoria disminuida.
A la pregunta de si es verdad que el estrés temprano en la vida puede contribuir a este tipo de cambios neurobiológicos en el ser humano, hay autores que afirman que dichas experiencias traumáticas tempranas en el bebé pueden influir definitivamente en las representaciones perceptuales de sus emociones básicas. Niños que han estado expuestos a tales experiencias y que han sido estudiados, presentan a su vez una serie de cambios químicos y de distorsiones en sus respuestas a diversos estímulos, además de que también se han encontrado en ellos un desarrollo incompleto de ciertas áreas cerebrales como el cuerpo calloso, la amígdala y algunas regiones corticales.
El conjunto de resultados de todos estos estudios, han llevado a desarrollar una teoría sobre la existencia de un modelo de vulnerabilidad al estrés en el ser humano. De acuerdo a este modelo, existen sujetos con un fenotipo vulnerable, que ante el estrés presentan cambios en su sistema de autoprotección, sea en el sistema nervioso o a nivel periférico. Dichos cambios son de tipo maladaptativo, es decir, que sus respuestas no son adecuadas ni les permiten protegerse ante el estrés; tales cambios aparecen en sus respuestas cognitivas perceptuales, emotivas, y de conductas en general incluyendo las sociales. Estas respuestas que no son adecuadas pueden llevarlos fácilmente a desarrollar cierto tipo de psicopatólogos como son los trastornos que se han mencionado, del orden depresivo o de ansiedad.
Para resumir su presentación, la Dra. Heim resaltó los siguientes puntos importantes. En primer lugar, el hecho que la genética determina del 30 al 50 por ciento de los riesgos para los trastornos depresivos o de ansiedad. Se trata de trastornos relacionados con experiencias estresantes, especialmente aquéllas que ocurren temprano en la vida. Este tipo de traumas tempranos influye en forma importante sobre los sistemas neurobiológicos y la conducta de manera que tiende a molestar ese fenotipo mencionado, vulnerable a dichos trastornos, sobre todo cuando el estrés se prolonga por muchos años o a lo largo de la vida. Por último ella piensa que desde un punto de vista biológico pueden existir distintos subgrupos de trastornos de ansiedad y depresión dependiendo de la presencia o ausencia de experiencias estresantes tempranas; subgrupos que por lo mismo podrían responder a diferentes tipos de tratamiento. (Continuará).