(Décima octava parte)
La última parte de este interesantísimo simposio, nos vino a impactar aún más como oyentes a quienes tomamos la magnífica decisión de haber asistido. El Dr. Robert Sapolsky doctor en neuroendocrinología de la Universidad Rockefeller en Nueva York, investigador de Biología Antropología y actualmente maestro en el Departamento de Ciencias Biológicas, Neurología y Ciencias Neurológicas de la Universidad de Stanford en California, presentó su material de investigación más reciente, bajo el nombre de El Potencial para la Terapia Genética en el Tratamiento del Estrés y los Trastornos Relacionados.
Casi como un tema de película de ciencia ficción, el ponente nos llevó a los terrenos actuales de la revolución genética, y la forma como ésta se encuentra afectando de una manera muy profunda e intensa sobre todas las ramas de las ciencias básicas, pero especialmente la neurobiología, que es el terreno en donde él se desenvuelve.
Es interesante saber, que el Dr. Sapolsky se inició como antropólogo biológico, mediante sus estudios realizados en la Universidad de Harvard, en la que se graduó con honores, para luego irse a residir una temporada a Nairobi, en donde fue profesor asociado de investigación para los Museos Nacionales de Kenya, en el Instituto de Investigación en Primates de Nairobi.
Se trata definitivamente de antecedentes poco comunes en los estudios para llegar a un simposio en el Congreso de la Asociación Psiquiátrica Americana de San Francisco este año. Sin embargo, ello revela la variedad de conferencistas que podemos escuchar en un congreso de esta magnitud y especialmente ese esfuerzo maravilloso que existe en la actualidad por construir puentes de una ciencia a otra en las más variadas y poco ortodoxas direcciones.
La terapia genética tiene como objetivo robustecer el sistema neuronal cuando éste se enfrenta a estímulos estresantes. En el momento actual, ha habido diferentes formas de experimentar con las enfermedades neurológicas, a través de técnicas variadas de terapia genética. Se ha aprendido mucho gracias a la implementación y desarrollo de tales técnicas, pero ahora se está tratando de utilizarlas en forma semejante en el caso de las enfermedades psiquiátricas.
Una de tales técnicas, que verdaderamente parece de película, es la de entrar al sistema nervioso central para trabajar en las neuronas dañadas, por medio de virus de muy diversos tipos tales como los neurotrópicos, los de herpes simple, los adenovirus u otros. Es en esta forma que los virus se utilizan como vectores por medio de los cuales se puede entrar al sistema nervioso; a la vez se trata de virus que sirven como transportadores que irán a infectar la neurona, o también que llevarán sustancias necesarias para salvarla después de un daño agudo.
Por ejemplo, en el caso tan común del daño cerebral secundario a infartos, existe un exceso de ciertas sustancias intoxicantes como son el glutamato y el calcio, sustancias que definitivamente se desea evacuar de esa área para evitar un mayor deterioro. En esos momentos, se ha utilizado esta técnica de terapia genética inmediatamente después del daño, para tratar de salvar al máximo el área dañada y proteger a las neuronas. Se piensa que es entonces cuando se cuenta con cierto tiempo para abrir ventanas y salvar a las neuronas antes de que mueran, como una medida de emergencia absoluta. En estudios llevados a cabo sobre la terapia genética, se han encontrado varias de estas sustancias que tienen un potencial neuroprotector importante, por ejemplo relacionado con la energía como es el caso de los transportadores de sustancias tales como la glucosa y el lactato. Hay otros que funcionan en forma efectiva al unirse como proteínas con el calcio; otros que tienen capacidad para mejorar la acción antioxidante. Algunos sirven como bloqueadores y otros mejoran las defensas ante el shock provocado por el calor.
Al igual que el ponente anterior, el Dr. Kalin, que proponía encontrar nuevos métodos químicos para luchar contra el estrés, los trastornos de ansiedad y la depresión, así como la vulnerabilidad de los sujetos a los mismos, el Dr. Sapolsky vino a expresar su entusiasmo y a compartir sus conocimientos sobre otros métodos terapéuticos también diferentes, que no sólo podrían utilizarse en enfermedades psiquiátricas, sino que inclusive como él lo mencionó, también tienen el potencial de alterar el aprendizaje y la memoria, o la susceptibilidad para las adicciones.
Parecen ser métodos demasiado increíbles y fantásticos como apropiados para argumentos de novelas de ciencia ficción, y sin embargo están aquí frente a nosotros, desarrollándose y siendo experimentados en estos inicios de un nuevo siglo, en universidades que consideramos serias y reconocidas, por investigadores con iguales características.
Para terminar, el ponente mencionó tres técnicas principales que pueden servir para bloquear los efectos del estrés en el ser humano, todos ellos relacionados con los glucocorticoides. Estas sustancias tienen efectos importantes y diferentes en áreas cerebrales como el hipocampo y la amígdala, que son áreas relacionadas con diversas e importantes emociones humanas con las que se responde al estrés, como es el miedo y la furia. Él propone encontrar enzimas que degraden a los glucocorticoides, o que influyan en forma importante sobre sus receptores, o finalmente que conviertan los efectos de estas sustancias hacia los estrógenos, que tienen un papel bastante protector en el organismo, ya que los glucocorticoides inhiben la neurogénesis o formación de neuronas, mientras que los estrógenos la estimulan.
Posiblemente estas teorías que suenan fascinantes y atractivas para el clínico y para sus pacientes, a la vez aparecen como sueños un tanto fantásticos y lejanos, para un futuro que podemos pensar que tardará mucho todavía. Y sin embargo, la investigación se encuentra en plena acción, y los métodos presentados son reales, concretos y forman parte de la experimentación que se lleva a cabo en el presente de ciertas universidades. No cabe duda que la psiquiatría sigue evolucionando sin detenerse, al igual que las neurociencias y todas las demás ramas de la medicina... y estamos enfrentando esos nuevos retos que se presentan como puentes que siguen construyéndose y que nos esperan para ser cruzados. (Continuará).