(Vigésima cuarta parte)
Durante la infancia o la adolescencia, los seres humanos estamos sujetos a una serie de experiencias intensas e inesperadas que pueden convertirse en traumáticas en el momento en que se atenta contra la integridad física o psicológica del individuo. Experiencias tales como ser el o la testigo o víctima de algún crimen, asalto, secuestro, accidente automovilístico serio, de un desastre natural tipo incendio, terremoto, inundación, huracán, etc.; el ser amenazado o atacado físicamente en cierta forma en que se ponga en peligro la vida; el ser descuidado, rechazado o agredido verbal o físicamente a través de castigos sumamente humillantes o crueles que rayen en el abuso y el exceso; los asaltos físicos o sexuales incluyendo las violaciones sea en mujeres o en hombres (a pesar de que generalmente y como consecuencia de nuestros patrones culturales machistas sólo se tiende a mencionarlas en las mujeres) son algunas de las muchas experiencias que pueden considerarse traumáticas. Es posible que no sólo sucedan en tales edades, sino que también los adultos estamos expuestos a experiencias semejantes.
Gracias a una serie de estudios efectuados en las últimas décadas en diversos países del mundo, pero especialmente en EUA, se ha tratado de comprender lo que representa para estos individuos el haber sido expuestos a dichas experiencias, no sólo en el momento preciso o inmediato en el que sucedieron, sino también a corto y a largo plazo mediante algún tipo de seguimiento. Es así, como se ha descubierto y descrito otro tipo de trastorno de ansiedad, que acontece con mucha mayor frecuencia de lo que se había pensado, y que se ha bautizado con el nombre de trastorno de estrés postraumático. Estos estudios se han enfocado a tales experiencias desde un punto de vista del desarrollo, tomando en cuenta precisamente las consecuencias que traerán consigo en el desarrollo emocional de los sujetos que las han sufrido. Desde ese punto de vista, se toma en cuenta una serie de factores importantes como son: el riesgo a la exposición, la experiencia subjetiva en sí de estas situaciones traumáticas, que incluye la naturaleza y el tipo de respuesta individual al estrés agudo; la construcción y la evolución de la memoria traumática y su narrativa; la neurobiología del estrés como se había mencionado semanas atrás, que incluye mecanismos neuroendocrinos, genéticos y ambientales; la influencia de factores intrínsecos de cada individuo con respecto a su resistencia al estrés y su capacidad de adaptación, así como el apoyo que pueden recibir en un momento dado de sus padres, de las relaciones sociales y del ambiente escolar en el que se mueven (en el caso de niños y adolescentes).
La enorme preocupación que ha generado desastres tan dramáticos como el de las torres gemelas, o las diversas matanzas en escuelas secundarias como las mencionadas en ?Masacre en Columbine? en EUA, o el tipo de experiencias a los que se ven expuestos niños y jóvenes en países que se encuentran en constante estado de guerra, como sucede en el presente en Palestina, Israel, Irak y tantos otros, han determinado que un mayor número de investigadores se organicen en equipos para estudiar este tipo de experiencias. Es así como la Organización Psiquiátrica Mundial está llevando a cabo en la actualidad una encuesta al respecto en 28 países, entre los que se cuenta Sudáfrica, Cuba, Líbano, Indonesia y otros muchos, incluyendo algunos de América Central y del Sur, para conocer la prevalencia de este trastorno a nivel internacional.
Ronald Kessler, doctor en Sociología del Departamento de Salud en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, presentó una serie de datos estadísticos al respecto sobre la epidemiología de este trastorno, en el simposio ?Luchando para curar la mente: el desafío del trastorno de estrés postraumático?. De acuerdo a la información presentada, en EUA, una de cada ocho mujeres han sido violadas o atacadas sexual o físicamente. Tal violencia entre nuestros vecinos ha determinado, que el 25 por ciento de las personas que salen a pasear por las noches en las zonas urbanas, lo hagan con una pistola en sus bolsillos o bolsos, ante los riesgos a los que sienten exponerse. En Sudáfrica a su vez, se ha encontrado que uno de cada 18 jóvenes de ambos sexos por debajo de los 17 años, sufren violaciones sexuales. El ponente presentó además resultados de un estudio sobre la prevalencia de eventos traumáticos específicos en el área de Detroit, que tiene fama de ser una zona con un alto índice de agresividad y violencia.
En dicho estudio, hicieron una lista del tipo de experiencias traumáticas que producían daño o funcionaban como factores causales del trastorno de estrés postraumático en diversos individuos. Por un lado se encuentran aquellas experiencias a las que directamente ha habido una exposición, tales como el ser testigo de un asesinato, tortura o daño serio infligido a alguien, de un accidente de auto muy aparatoso y sangriento o de un desastre natural con muchas víctimas y daños cuantiosos. Del mismo modo, se considera el caso de encontrarse inesperadamente ante un cadáver, el ser diagnosticado con una enfermedad terminal sea en sí mismo o en un hijo o hija. Por otro lado, están las experiencias que tienen que ver con el hecho de que familiares, amigos cercanos o vecinos hayan sufrido ese tipo de experiencias, como las de un accidente de auto de serias consecuencias, el haber sido asaltados física o sexualmente, o el que alguno de ellos haya muerto súbita e inesperadamente, o bajo circunstancias muy dramáticas. Los accidentes de autos, los secuestros, las torturas y las violaciones sexuales son en nuestra época, el tipo de experiencias traumáticas más frecuentes y ocupan el primer lugar como factores causales de este trastorno de estrés postraumático. (Continuará).