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Nuestra Salud Mental / Puentes a cruzar en San Francisco

Dr. Víctor Albores García

(Vigésima quinta parte)

Se piensa que entre más temprano ocurre la experiencia traumática, los efectos tenderán a prolongarse por un mayor lapso de tiempo. Tales efectos pueden estar relacionados con problemas académicos y fallas en el funcionamiento escolar, o con embarazos o matrimonios prematuros durante la adolescencia, con una mayor tendencia al desempleo o a trabajar en empleos de baja categoría. En un seguimiento que el Dr. Kessler hizo a un grupo de sujetos encontró que había como un 50 por ciento de ellos que no recibían ningún tipo de tratamiento, mientras que el otro 50 por ciento sí lo recibió, pero no había sido enfocado de un modo específico al trastorno de estrés postraumático, que en algunos casos, quizás ni siquiera había sido diagnosticado.

Para alguien como el doctor Arieh Shalev, psiquiatra del Hospital de la Universidad Hadassa en Jerusalem, especializado en esta área, la intervención terapéutica debe ser inmediata y lo más temprano posible. Las razones para ello son: que se trata de un padecimiento que puede causar mucha invalidez y deterioro emocional a lo largo del tiempo, que es muy raro que llegue a tener una recuperación espontánea y que además, es bastante difícil de tratar. Con el tiempo, al igual que muchos de los demás trastornos emocionales, su posibilidad de recuperación disminuye y el trastorno puede tomar un curso crónico y complicado, que se llega a combinar con otros trastornos, especialmente aquéllos de ansiedad y depresivos. A diferencia de otros problemas emocionales, el trastorno de estrés postraumático tiene desde el principio síntomas muy claros y bien definidos. Por lo mismo, para el ponente, ello representa una excelente oportunidad para su tratamiento y por ende, la prevención de sus secuelas. Se piensa que en los niños, las causas principales de este trastorno, son: la separación muy temprana y traumática de la madre, y también el abuso físico y sexual cuando ocurren como experiencias muy tempranas.

Por otro lado, en un proyecto de investigación denominado ?Proyecto de las relaciones cercanas?, que se está efectuando en Harvard durante los últimos cuatro años, el Dr. Robert Waldinger ha tratado de estudiar con su equipo, los efectos del abuso sexual temprano en las mujeres. Se trata de un grupo de 24 parejas heterosexuales, de edades entre los 19 y los 48 años, el 33 por ciento casados y el 67 por ciento en unión libre, formado por mujeres de la comunidad (no pacientes psiquiátricos) que sufrieron algún tipo de abuso sexual antes de los 18 años, a manos de personas que se suponía estaban encargadas de su cuidado. A ellos se les aplicó un cuestionario específico llamado ?Cuestionario de trauma infantil?, así como una serie de tareas que debían llevar a cabo juntos en grupo, para ser grabados en video. Posteriormente se les mostraba el video en forma individual y se les pedía que hablaran sobre lo que trataron de hacer en esa tarea, así como el medir sus reacciones de tipo emotivo, comparando a los miembros de cada pareja. Se encontró que en estos casos, el estado de ánimo es ?contagioso?, especialmente en el caso de quienes han sufrido abuso sexual durante la infancia. Es decir, que tienden a conectarse más fácilmente con el ánimo del otro, e incluso se sincronizan también fisiológicamente con su compañero. Las señales de excitación fisiológica, les pueden servir como llamada de atención de alarma. A su vez, a los hombres les ayuda potencialmente a comprender mejor las reacciones de sus parejas ante estímulos que les reviven las experiencias traumáticas del pasado...

Por otro lado, la Dra. Jill M. Hooley, también de la Universidad de Harvard, ha buscado llegar a una correlación entre los aspectos neurológicos y los psicosociales, en personas con depresión secundaria al trastorno de estrés postraumático. Fue muy interesante encontrar en ellos, el papel tan importante que juega la crítica y la hostilidad como factores de riesgo para estimular recaídas. Se investigaron pacientes que habían sufrido depresiones serias pero que tenían más de cinco meses de recuperación; a ellos les ofrecieron mensajes grabados con las voces de sus madres, tanto en forma de crítica, como de elogio, mientras eran sometidos a estudios de resonancia magnética, especialmente de ciertas áreas sensibles del cerebro. Curiosamente, no hubo cambios en el estado afectivo cuando se trató de escuchar los elogios, pero sí hubo una gran activación de las zonas mencionadas, en el caso de las críticas y los comentarios negativos.

Se ha encontrado asimismo una correlación entre la genética y las influencias interpersonales a lo largo del ciclo de la vida, según lo comentó el Dr. David Reiss, otro investigador de la misma universidad. Se cree que a lo largo de nuestra existencia, ocurren períodos de actividad genética a la vez que períodos de quietud durante el desarrollo. Uno de los períodos de mayor actividad se presenta durante la adolescencia, pero se puede iniciar desde el final de la infancia, en el período que en teoría del desarrollo se denomina período de latencia, y que ocurre entre los cinco y seis años de edad hasta la llegada de la pubertad. Durante esa etapa, las influencias de relaciones interpersonales íntimas van a ser de suma importancia al coincidir con dicha actividad genética, lo cual como sabemos por experiencia va a producir choques temperamentales y emotivos bastante intensos entre los adolescentes y sus padres. Precisamente, como se mencionó por la ponente anterior, las críticas, los comentarios y las emociones negativas tendrán efectos neurofisiológicos intensos en cada uno de estos personajes. Los rasgos genéticos heredados de padres a hijos naturalmente que van a influir en las conductas de estos últimos, y a la vez en las respuestas de los padres, entre más provocativas sean dichas conductas. El efecto en sí, actúa como si se tratara de un espejo, en que los padres pueden verse a sí mismos reflejados en la adolescencia de sus hijos, con las vivencias temperamentales de su propia adolescencia. (Continuará).

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