Vigésima octava parte
Los trastornos de ansiedad entonces, no son un mito o un invento nuestro que aparece en la vida de los niños y los adolescentes. Al igual que sucede en la etapa adulta, en que se presentan con una gran frecuencia tales trastornos, así los encontramos en etapas más tempranas; inclusive, se ha logrado establecer una correlación entre los trastornos de ansiedad de la infancia y la adolescencia con los del adulto. Es decir, que se ha visto en diversos estudios en adultos que padecen este tipo de trastornos, que en un gran porcentaje, ya los habían presentado en etapas anteriores de su desarrollo. Los trastornos de ansiedad que hemos mencionado en las últimas semanas en esta columna, tales como el de ansiedad de separación, el de ansiedad generalizada o el de estrés postraumático, cuando no son tratados a esa edad temprana, anuncian la posibilidad y el riesgo de que estos individuos los vuelvan a presentar posteriormente en sus vidas, en la etapa de adultos, con síntomas o secuelas que en algunos casos permanecen a lo largo del tiempo.
El Dr. Mack Lipkin Jr., psiquiatra, director de la División de Cuidados Primarios en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, presentó una lista muy completa de los síntomas físicos que pueden aparecer en los pacientes con algún trastorno de ansiedad y que pertenecen a los diferentes aparatos y sistemas del organismo. Así por ejemplo, en el sistema cardiorrespiratorio: dolor en el pecho en la región precordial que se puede sospechar como el de un infarto, palpitaciones o taquicardia, dificultad para respirar y sensación de ahogo. En el gastrointestinal: sensación de presión y dificultad para pasar alimentos, náusea y molestias abdominales, como ?mariposas en el estómago?. Otros síntomas pueden ser: sensación de mareo e incluso desmayos, sudoración profusa especialmente en manos y pies, bochornos o escalofríos, temblores, hormigueo en las extremidades, sensación de irrealidad o de no ser uno mismo, y los dos temores más comunes en estos casos, que son los de morir o los de perder el control y volverse loco. Este tipo de síntomas naturalmente que pone en fase de alerta tanto al paciente como a su médico, de modo que en primera instancia se suele correr a Urgencias bajo la sospecha de que se trata de algún problema orgánico que se origina en cualquiera de estos sistemas. Una vez que el o la paciente son valorados médicamente, se puede descartar ese origen orgánico, para detectar que se trata de alguno de los mencionados trastornos de ansiedad.
En el caso de niños o adolescentes que han sufrido cualquier tipo de experiencia traumática, como las que se han referido en las columnas de semanas anteriores, los síntomas que aparecen después de ella varían de un individuo a otro, así como de una edad a otra. Sin embargo y en general, pueden aparecer niveles altos de ansiedad, que se manifiestan por cierta inquietud constante, dificultad para conciliar el sueño que se llega a acompañar de pesadillas frecuentes y repetitivas, e inclusive terrores nocturnos. También se presenta baja del apetito, que puede llegar a alcanzar cierta baja del peso paralelamente y con frecuencia se tornan más selectivos y difíciles para aceptar diversos tipos de alimentos, cuando antes no tenían ese problema.
Suelen presentar asimismo miedos en diferentes tipos de personas, sitios, o experiencias al grado de evitarlos, cuando antes no los temían ni los evitaban. Se ha notado en ellos cierta o marcada disminución del interés en las actividades o los juegos que antes llevaban a cabo y que disfrutaban tanto, hasta llegar en ocasiones a un tipo de aislamiento parcial o total, en el que también evitan tales juegos y actividades. Con bastante frecuencia presentan además dificultades para concentrarse tanto en la casa en las actividades que aún efectúan, como en la escuela o en otros ambientes, lo que inclusive llega a bajar su nivel de funcionamiento escolar, con consecuencias en sus calificaciones. Se convierten generalmente en niños muy irritables, que lloran o se enojan con demasiada facilidad y que además parecen mantener constantemente una actitud de miedo, desconfianza e hiperalerta, como si estuvieran a la expectativa de algún ataque o agresión a su persona, de manera que tienden a estremecerse fácilmente ante el menor estímulo, o sus respuestas pueden ser exageradamente intensas.
Lo dramático y traumático de ese tipo de experiencias para cada niño, determina el que éste tema la repetición de un nuevo ataque o de una nueva experiencia semejante a la que estuvo expuesto, que es lo que precisamente lo mantiene en esa actitud defensiva y de angustia. Se trata naturalmente de una forma de buscar protegerse a sí mismo física y emocionalmente, pero es tan intensa su reacción protectora y de defensa, que tampoco le permite moverse libremente, actuar de acuerdo a sus habilidades y capacidades en todos los ámbitos cotidianos y proseguir con su desarrollo emocional normal, como sucedía antes de dicha experiencia. Es decir, se trata de un bloqueo o de un tipo de parálisis emocional.
Cuando se ha tratado de una experiencia de abuso sexual en niños o niñas y sobre todo cuando ésta se llegó a repetir en varias ocasiones o durante un tiempo prolongado, una de los rasgos importantes que se presentan, es el de la aparición un tanto inexplicable de una sexualidad precoz en ese niño o niña. Tales chicos o chicas tienden a buscar repetir ellos mismos la experiencia con otros niños o niñas, pasando así de sujetos pasivos a sujetos activos. Es como si su sexualidad se hubiera despertado tempranamente, que en realidad así fue y se manifestará en diferentes formas, una de ellas al buscar a otros niños o niñas, o inclusive nuevos adultos que se presenten para repetirlo. Pero también, pueden mostrar más abiertamente conductas eróticas del tipo de estimular sus genitales en frente de los demás miembros de la familia, o aún en el salón de clase o en otros sitios. Asimismo se pueden llegar a interesar más por conseguir información sexual, sea a través de libros en las bibliotecas o ahora que el Internet está tan al alcance de ellos, con toda clase de sitios de información sexual o más bien pornográfica, se pueden dirigir a su computadora en la casa o en la escuela, como una forma de orientar su naciente curiosidad. (Continuará).