Vigésima novena parte
Los síntomas en cualquiera de los múltiples trastornos de ansiedad, son definitivamente señales que nos avisan y nos orientan no sólo a los médicos, psicólogos o psiquiatras, sino muy especialmente a los padres de familia y a los maestros, de que algo fuera de lo común está ocurriendo en la vida de ese niño, niña o adolescente. Los padres, los maestros y los pediatras, son las personas que se encuentran más cerca de todos ellos y son los observadores y guardianes en la primera línea de batalla; por lo mismo, son quienes mejor pueden detectar a tiempo estas señales para poder actuar en forma temprana y eficaz. Es en estas instancias, cuando se va a requerir de la ayuda profesional de psicólogos (as) o psiquiatras que verdaderamente tengan un entrenamiento para trabajar con niños y adolescentes. Mediante una detallada historia clínica, todos ellos pueden valorar en forma minuciosa el significado de tales síntomas, el tipo de experiencias a las que han estado expuestos y el daño y secuelas que se presentan. Asimismo, estarán preparados para diagnosticar eficazmente cuál o cuáles de estos trastornos presenta cada individuo, lo que a su vez les guiará para recomendar y llevar a cabo un programa de tratamiento específico y amplio a la vez, que cubra las necesidades del paciente, así como de su familia.
Existen diferentes métodos de tratamiento para trastornos semejantes que se presentan en tales edades y se dividen principalmente en dos tipos: farmacológicos y psicoterapéuticos. Para el Dr. Daniel S. Pine, psiquiatra infantil del Instituto Nacional de Salud Mental en Washington, D.C. es necesario diferenciar primeramente, antes de llevar a cabo un plan de tratamiento, si se trata realmente de un trastorno de ansiedad, o si es solamente una reacción de ansiedad a algún tipo de estímulo, ya que en esta última los síntomas pueden ser pasajeros y desaparecer espontáneamente. En la revisión de estudios sobre trastornos de ansiedad que él ha llevado a cabo, el Dr. Pine ha encontrado que los trastornos de ansiedad por separación, de ansiedad generalizada, de fobia social o ansiedad social y el trastorno de pánico, se pueden acomodar en un primer grupo, ya que tienen rasgos semejantes. Se trata de trastornos que con mucha frecuencia se unen uno al otro y aparecen juntos, a la vez que tienden a presentarse asociados a otros trastornos, (comorbilidad) principalmente a los depresivos, pero también al trastorno por déficit de la atención y otros. Por otro lado, el trastornos obsesivo compulsivo y el trastorno de estrés postraumático, el Dr. Pine los clasifica en forma aislada a cada uno. Esta clasificación, le sirve al especialista y su equipo como criterio para planear y dirigir su tratamiento farmacológico.
De acuerdo a este mismo psiquiatra, en los estudios que ha revisado, ha encontrado como agentes específicos para el tratamiento de estos trastornos de ansiedad en adultos a los siguientes psicofármacos: los inhibidores de la recaptura de la serotonina en primer lugar, las benzodiazepinas, los agentes tricíclicos y los psicoestimulantes. Sin embargo, a pesar de que en los adultos el uso de las benzodiazepinas es bastante efectivo para estos trastornos, en los niños no se han encontrado los mismos resultados. Al usarlos en ellos, han surgido en los investigadores una serie de dudas y preguntas que no han sido respondidas del todo, sobre los efectos que puedan tener en los niños en el área cognoscitiva y provocar problemas de aprendizaje y de conducta, especialmente cuando están conscientes de que su uso puede ser por un tiempo prolongado. Con los tricíclicos ha sucedido algo semejante; se ha comprobado su eficacia en los adultos para trastornos del tipo del pánico, la ansiedad generalizada o el trastorno obsesivo-compulsivo, como ha sucedido con el uso de la imipramina en los primeros dos y de la clorimipramina en el último. Sin embargo, no ha sido igual en los niños, aunque se ha comprobado que la clorimipramina sí funciona en forma eficaz en los niños con trastorno obsesivo-compulsivo, con fobia escolar y en los casos de estrés agudo.
Desde que salieron al mercado los inhibidores de la recaptura de la serotonina, como agentes antidepresivos, se ha estado experimentando con ellos para usarlos en otro tipo de trastornos muy variados para explorar sus diferentes acciones. En el caso de los niños, por razones éticas y legales, esos estudios han sido muy limitados, hasta los últimos años que se ha permitido llevarlos a cabo en Estados Unidos. Es así entonces, como se ha probado la fluvoxamina, la fluoxetina y la paroxetina, en estudios que ya han sido publicados, después de que fueron aprobados por la Administración de Alimentos y Drogas (FDA), máxima autoridad al respecto en aquel país. En uno de tales estudios efectuado en 128 niños a los que se les dio la fluvoxamina por un lado y placebo por el otro, se encontró que un 76 por ciento respondieron favorablemente, y que alrededor de un 40 por ciento mantuvieron sus efectos positivos todavía después de un año de tratamiento. A pesar de que existen estudios que no han sido publicados con otros agentes farmacológicos semejantes, tales como la sertralina y el citalopram, el Dr. Pine opina que pueden tener también resultados positivos y ofrecer una buena opción de tratamiento.
Para el trastorno de estrés postraumático, según la Dra. Linda L. Carpenter, profesor asociado del Departamento de Psiquiatría y Conducta Humana de la Escuela de Medicina de la Universidad Brown, de Providence, Rhode Island, los inhibidores de la recaptura de la serotonina parecen ser un agente químico que mejora los efectos neurológicos que se dan en ratas pequeñas al ser separadas de sus madres. Por otro lado, el Dr. Jonathan R. T. Davidson, psiquiatra y profesor del Centro Médico de la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte, considera que en adultos, dichos agentes químicos van a tener ciertos efectos positivos para ese trastorno, puesto que tienen una eficacia a corto plazo, logran remisión de los síntomas, previenen recaídas, así como el deterioro a largo plazo, y aumentan la resistencia del individuo. De acuerdo a sus estudios, la fuerza de tales medicamentos aumenta cuando se usan en combinación con terapia cognoscitivo-conductual. (Continuará).