Trigésima Cuarta Parte
Al romper en cierta forma, con los cánones tradicionales y ortodoxos del psicoanálisis y la psicoterapia psicoanalítica, Fonagy opina que se puede tener la suficiente flexibilidad para estirar estas técnicas tradicionales más allá de sus orígenes, sin que necesariamente ello implique el contraponerse o contradecir a los núcleos básicos psicodinámicos. Los conocimientos fundamentales del psicoanálisis siguen siendo en su opinión, un depósito sumamente rico y productivo de información sobre el funcionamiento mental, resultado del trabajo intensivo y a largo plazo efectuado por y con individuos que han pasado por etapas de sufrimiento emocional importante. Por lo mismo, estos conocimientos permitirán encontrar otros métodos más innovadores y de menor costo, pero a la vez también efectivos, para ayudar en aquellos casos cuyas condiciones han sido resistentes a otras terapias tradicionales. En esa forma, el autor puede visualizar el futuro del psicoanálisis, en métodos como el que utilizan en ese centro para adolescentes delincuentes, métodos con objetivos más específicos y en los que una parte muy importante del tratamiento radica en la interacción más cercana con los pacientes, como una forma de promover mediante ese trabajo una mejor relación de apego en individuos que no la han tenido o que ha sido defectuosa.
A la larga, si nos ponemos a pensar en todos los múltiples y diferentes estilos de psicoterapia que se practican en la actualidad, podríamos deducir que los resultados de la misma no dependen exclusivamente de las técnica o del marco teórico que se utilice, o ni siquiera de la estricta minuciosidad con la que se sigan sus principios. En el fondo me parece, que los resultados de cualquier tipo de psicoterapia, tiene mucho que ver también con el estilo de relación humana que se da entre dos personas: el terapeuta y su paciente. Hay que tomar en cuenta de que en realidad, se trata de una relación sumamente íntima y cercana, con tintes afectivos mucho muy especiales, bastante diferente a otras formas de relaciones humanas, en un contexto que hasta cierto punto trata de mantener una estructura controlada, ética y honesta pero que a la vez permita la libertad de expresión de información y emociones, una libertad que no siempre es posible encontrar en otras interacciones profesionales o incluso sociales o familiares. Son contactos que se establecen en base a períodos de tiempo bastante prolongados y con una alta frecuencia de visitas, en un ambiente ético, confiable, consistente y contenedor. Es así entonces, que se establece definitivamente una relación de apego importante, en un estilo de vínculo que se vendrá a sobreponer sobre el anterior tipo de experiencias de apego que haya tenido el paciente antes de su encuentro con el o la psicoterapeuta, incluyendo naturalmente las básicas experiencias de apego que aprendió durante su infancia en la relación con su madre, su padre y los otros seres importantes de su vida.
El tino de psicoterapia no necesariamente debe ser psicodinámica o psicoanalítica como se podría pensar, ya que la relación humana en sí como tal, no tiende a diferenciar tales detalles técnicos de alguna orientación teórica. Hay que insistir que se trata de una relación humana en sí misma, y que el vínculo que se establece a lo largo de la misma, es un factor que puede en un alto porcentaje de los casos llevar a cambios correctivos en las vidas de los pacientes. Una buena alianza terapéutica inicial, que preceda una todavía mejor relación empática y que se caracterice por la presencia de lazos emocionales positivos entre el o la terapeuta y su paciente, tenderá definitivamente a lograr resultados importantes de cambio, debido a múltiples razones. Primeramente, al continuar con el criterio utilizado por Fonagy y su equipo en el trabajo con esos adolescentes delincuentes, el hecho de dotarlos de una nueva figura de apego más segura y confiable, que pueda estar presente ahí a lo largo del proceso terapéutico en forma constante y orientadora, será ya en sí, un cambio para el estilo de apego que el paciente pueda internalizar y reaprender. A largo plazo, ello permitiría una oportunidad para llevar a cabo ciertos cambios positivos, al corregir idealmente, el estilo de apego que ha experimentado en el pasado.
Por otro lado, la posibilidad de ser escuchado (a), de expresar e intercambiar sus ideas, puntos de vista, imágenes y hasta fantasías, mezcladas con todo tipo de emociones que surgen a lo largo de su vida y del proceso de terapia, también facilitan ese cambio. Es éste otros de los resultados correctivos de la psicoterapia, ya que los cambios en el individuo, no se dan exclusivamente en sus conductas hacia el exterior, sino que también se producen cambios estructurales en el cerebro de la persona. Como se ha mencionado en otras ocasiones, con los métodos de observación del cerebro con los que contamos en la actualidad, tales como la resonancia magnética o la tomografía de positrones, se ha podido comprobar que ese intercambio de palabras, frases, pensamientos, imágenes, ideas, fantasías y emociones que se dan en cualquier tipo de psicoterapia, van a provocar definitivamente cambios importantes a nivel de las redes neuronales en diferentes áreas del cerebro. Se trata éste de uno de los descubrimientos más asombrosos e importantes de los últimos años en el campo de la salud mental, la década de los noventas, que la Dra. Marilyn Benoit, presidenta de la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y del Adolescente, denomina como ?la década del cerebro?, debido a la importante exploración y grandes hallazgos que se han hecho en el mapeo del cerebro. Se trata de un descubrimiento que viene a iluminar muchos de los tantísimos rincones oscuros y huecos existentes en diversas teorías, que por años han tratado de integrar los conceptos de mente y cerebro, como dos elementos comunes y complementarios. (Continuará).
