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Nuestra Salud Mental / Puentes a cruzar en San Francisco

Dr. Víctor Albores García

(Décima quinta parte)

¿Qué tan importante es el contacto físico entre los seres humanos? ¿Qué papel juega en las relaciones interpersonales de todos los días, con las personas que queremos o con quienes nos acercamos en nuestras rutinas cotidianas, o aún si están lejos, pero los encontramos de repente y deseamos demostrarles nuestra sorpresa, alegría y afecto? En algunas culturas y para tantas personas, el contacto físico forma parte de su lenguaje no verbal cotidiano; es un estilo de expresión de los sentimientos y de comunicación interpersonal espontánea y natural.

El tocarse, abrazarse o besarse son ejemplos característicos de ese lenguaje no verbal, que afortunadamente se da con bastante frecuencia en nuestra cultura y entre los latinos en general, pero que es mucho más limitado y reprimido en las culturas de origen sajón. Llama la atención inclusive que en nuestra época, el abrazo y el beso como saludos entre los adolescentes y los adultos jóvenes, no aparecen exclusivamente como formalidades artificiales o de etiqueta, sino que llevan consigo esa espontaneidad, alegría y entusiasmo que son rasgos de la vitalidad y la expresividad en esa etapa de la vida. Se trata de algo que tan sólo unas décadas atrás no era tan común entre la gente joven.

La pregunta obligada para muchos lectores será seguramente: ¿Qué tiene que ver el contacto físico, los saludos de beso o abrazo, con el estrés, el cerebro y la psicopatología, especialmente, la ansiedad? Para el Dr. Michael Meaney, médico psiquiatra, doctorado en Psicobiología en la Universidad de Concordia de Montreal y director del Programa para el estudio de la conducta, los genes y el ambiente en la Universidad de McGrill en Montreal Canadá, sí existe una relación importante entre estos diferentes temas, que aparentemente no tienen nada que ver entre sí.

?La biología del estrés y la vulnerabilidad?, fue el título de tema que presentó este especialista, como parte del simposio ?El estrés, la psicopatología y el cerebro?, mediante el cual precisamente nos trató de demostrar la importancia del contacto físico desde muy temprano en la vida de los seres humanos.

Definitivamente, las bases para la estabilidad física y emocional de un bebé en su infancia temprana, están determinadas por la calidad de vida familiar que exista en el hogar, en la familia y en la pareja de padres desde el inicio de esa vida. Se ha encontrado que existen ciertas diferencias individuales en las respuestas endócrinas y neurológicas al estrés de sujetos que vivieron experiencias tempranas de abuso físico o sexual, descuido emocional, pobreza o disciplina muy rígida en su infancia.

Experiencias que pueden llevarlos a presentar riesgos de salud del tipo de la depresión, del abuso de drogas, los trastornos de ansiedad, la diabetes, la enfermedad cardiovascular o inclusive la obesidad. El mecanismo para explicar estos riesgos no está definido del todo en los seres humanos, pero se ha intentado estudiarlo en las ratas en el laboratorio, con resultados que suenan muy interesantes, a pesar de que no se sabe hasta qué punto pueden ser extrapolados a los seres humanos.

En estos estudios, se han observado conjuntos de ratas en el laboratorio durante períodos de seis-siete horas al día, para estudiar el estilo de cuidado materno que desarrollan con sus vástagos. Se ha visto que en muchos de los casos, la mamá rata tiene una conducta más maternal si pudiéramos llamarla así en relación a sus pequeños, porque los lame, los limpia y los acerca a ella con mayor frecuencia, como parte de su interacción, con una estimulación táctil más intensa. Tal tipo de conducta, pone en marcha una serie de complicados sistemas endocrinos, genéticos y neurológicos muy tempranos, que aparentemente le dan al pequeño una mayor fuerza y resistencia al estrés, sean machos o hembras. En forma simplificada, se cree que este tipo de cuidados maternos tempranos, estimula la expresión de genes específicos en diversas regiones del cerebro, especialmente del que ellos llaman el gene de los receptores de los glucocorticoides, lo que se relaciona pues con esta mayor fuerza o resistencia hacia el estrés.

De acuerdo a estos investigadores los cambios que se dan en esta etapa pueden permanecer a largo plazo en la vida. O sea, que tal fuerza o resistencia se podrá mantener también para la etapa del adulto, y no sólo durante la infancia. Ellos explican la permanencia de ciertos rasgos debido a que este mecanismo parece influir asimismo en el ADN (ácido desoxirribonucleico) que es un elemento muy importante de los genes.

Después de una serie de diapositivas y explicaciones sumamente especializadas y complejas de parte del Dr. Meaney, sobre diversos aspectos genéticos, endocrinos y neurológicos, la moraleja puede simplificarse en cierta forma a lo que representa el cuidado temprano de las mamás ratas con sus herederos. Lamerlos, limpiarlos y cuidarlos desencadena entonces mecanismos tempranos de protección en esas tres áreas mencionadas, que le dan al ratón una mayor fuerza ante el estrés, una fuerza que aparentemente se mantendrá a largo plazo. Por el contrario, aquellos pequeños que no recibieron tal estilo de estimulación táctil temprana de parte de sus madres, estarán sujetos a presentar una mayor sensibilidad y vulnerabilidad frente al estrés.

No se sabe hasta qué punto este tipo de estudios pueden ser extrapolados al ser humano. Sin embargo, ya muchos otros autores en el campo de la psicología y del psicoanálisis han hecho referencia a través de múltiples estudios, de la importancia de la interacción temprana entre la madre, el padre y el bebé, de los cuidados que requiere no sólo en el área física, sino también en la psicológica, como un tipo de alimentación global complementaria. Lo apasionante de esta nueva perspectiva, es que trata de enlazar esos puentes entre la genética, la neurología, la endocrinología y la psicología, como ciencias diferentes que se deben enfocar complementariamente al estudio del ser humano y sobre todo a la importancia del contacto físico desde muy temprano en la vida. (Continuará).

Deseamos a todos nuestros lectores lo mejor para el 2004.

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