Ayer, en Baja California, se pudo apreciar a un Vicente Fox revitalizado; es como si la aprobación de las Reformas a la Ley del IMSS por parte de la Cámara de Senadores resultara una suerte de viento fresco en una tarde de verano, de ésos que permiten recobrar el aliento y ganar fuerza.
Ante las cámaras de televisión, el Presidente de la República se dio un lujo, de ésos muy escasos, sobre todo en los últimos meses: encaró a un trabajador del IMSS y se impuso con argumentos ante un débil reclamo.
Y se engalló. Minutos después, ante empresarios de la aquella región, Fox responsabilizó al Congreso de la Unión de frenar los cambios estructurales necesarios –indispensables desde su óptica- para el avance del país. Y no sólo eso, ya que además se negó a brindar un reconocimiento general al Poder Legislativo por la reforma a la Ley del Seguro Social, “porque los diputados y senadores que votaron en contra, le están cerrando la salida al país”.
Ya con la espada desenvainada, pidió “que se sepa muy bien quiénes fueron los diputados y senadores que no votaron a favor de la Reforma al Sistema de Jubilaciones y Pensiones del Seguro Social”. Otra vez, pintura de guerra.
Tal vez el Presidente se anticipa en ésta, su muy particular danza de la victoria, ya que hay mucho que negociar por delante, sobre todo si se toma en cuenta que la amenaza de varios líderes sindicales de literalmente paralizar al país el próximo primero de septiembre, continúa vigente.
Por lo pronto, los cambios a la Ley del IMSS pasaron la prueba en el Congreso. Falta su promulgación... y que ésta no desate movilizaciones de protesta, bloqueos y paros que dañen seriamente al país.
Aún falta mucho para que desde Los Pinos se cante victoria, aunque con lo que hay, parece bastar para que Fox recobre el ánimo.