Aunque en muchas ocasiones las exigencias de que los partidos políticos se abran a la ciudadanía, trasparenten el manejo de sus recursos y los procesos mediante los cuales eligen a sus candidatos a cargos de elección popular e integran sus comités ejecutivos, tanto nacionales como estatales y municipales, obedecen a razones de tipo personal o de grupos, lo cierto es que esas exigencias son válidas.
Mencionamos lo anterior en razón de las recientes declaraciones del senador Carlos Medina Plascencia, quien al referirse al próximo Consejo Nacional del Partido Acción Nacional sostuvo que está muy preocupado porque ese consejo “es una oportunidad de oro para el partido: O lo abrimos o nos vamos a acabar de envenenar solos, nos vamos a acabar de intoxicar todos”, lo que evidencia el sigilo y la cerrazón con la que ha venido operando ese partido en la selección de candidatos.
Claro está que al exigir que el partido se abra, Medina Plascencia busca obtener algunas ventajas, pues sabe que sus posibilidades de ser candidato a la presidencia de la República se reducirían mucho si los asistentes a ese Consejo optaran por seleccionar al candidato mediante una convención nacional de delegados. Pero esas posibilidades crecerían si el método que se adoptara fuera el de realizar una votación abierta a toda la ciudadanía.
Sin embargo, al margen de las conveniencias personales o de grupos, es verdad que en el PAN, como en todos los partidos, se hace impostergable la utilización de métodos más claros en todos los aspectos de la vida partidista, de manera especial en los que inciden sobre el manejo financiero y la selección de candidatos a cargos de elección popular, pues si alguna queja se ha vuelto sistemática en el caso del PAN es por esa forma cerrada y cupular mediante la cual unos cuantos se reparten las candidaturas. De ahí el calificativo que le han endilgado sus adversarios de: “La familia feliz”.