Independientemente del signo ideológico o afinidad partidista, en lo que todos coinciden es que México necesita hoy que el mundo nos vea como un lugar propicio para invertir.
Que los grandes corporativos, que los empresarios europeos, asiáticos y estadounidenses encuentren en nuestro país un lugar idóneo para generar riqueza, empleos y tecnología; que los capitales nacionales encuentren certidumbre y un mínimo de confianza es vital en términos de sobrevivencia en el contexto de la globalización.
Por ello, los empresarios mexicanos están muy preocupados por la andanada de dimes y diretes, descalificaciones mutuas en que están enfrascados los gobiernos Federal y del Distrito Federal.
Son los presidentes del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Héctor Rangel Domene y de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), José Luis Barraza, quienes ponen el conflicto en perspectiva: “El clima político está enrarecido y no hay lugar para lograr acuerdos y que se aborden los temas de la agenda nacional, empleo y seguridad; los escándalos políticos dificultan la concreción de negocios y alejan a los inversionistas”.
Simple, en el duelo de acusaciones que sostienen Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador, perjudica en primera instancia al país entero y no sólo a dos actores políticos que no han logrado entender que sobre ellos y sus particulares intereses, debe prevalecer el bien de la nación.
