Fuentes de inteligencia israelí dieron por muerto al líder palestino Yasser Arafat. Le siguió el primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Junker, para rematar finalmente con el presidente de Estados Unidos, George W. Bush que dio públicamente el pésame y pidió a Dios que bendijera el alma de un hombre, que según los médicos del hospital militar de Percy se encuentra en coma profundo, irreversible, pero vivo aún.
La condición de Arafat preocupa a todo el mundo y ocupa ya a los principales actores de la convulsionada y violenta zona de Oriente Medio. El sempiterno luchador por la independencia de Palestina aún está conectado a los tubos que le mantienen con vida, pero la incertidumbre, un panorama de inestabilidad, de lucha interna por el poder y un potencial conflicto armado, recorren el mundo como fantasmas agoreros del desastre.
La anécdota de una jornada tensa y con informaciones contradictorias, sin duda, se la lleva Bush, que en el momento en que hacía pública su escueta reacción en Washington, desde Israel los servicios de información insistían en la muerte del Presidente palestino, mientras que desde el hospital militar de París se desmentía que Arafat hubiera muerto tras el coma y sólo se reconocía que estaba en un estado muy grave, pero vivo. Nadie le avisó a Bush de la existencia de estas informaciones contradictorias, por lo que el Presidente estadounidense añadió tras el prematuro pésame que “seguirá trabajando” para el establecimiento de un Estado palestino “libre” que viva “en paz con Israel”.
Cabe hoy recordar que a lo largo de sus 75 años de vida, a Arafat lo han intentado asesinar no sólo sus enemigos israelíes, sino otros palestinos, mucho más radicales y por supuesto, Estados árabes como el sirio o el jordano. Casi todos sus colaboradores, incluidos sus íntimos amigos cayeron bajo las balas israelíes, pero él se muere en la cama de un hospital francés.
Después de que Israel bombardeó su cuartel general en Beirut, en 1982, Yasser salió de entre los escombros, polvoriento y sonriente para asegurar que “soy como los gatos, tengo siete vidas”. Parece que se extingue la séptima.