Terminó la fiesta olímpica y nuestros 114 atletas de alto rendimiento que representaron a México en Atenas, regresaron sanos y salvos a casa. Sólo cuatro cargan en su equipaje con una medalla, algo meritorio para algunos, reflejo fiel del nivel competitivo de nuestro país según otros y rotundo fracaso para los responsables del deporte nacional.
El presidente del Comité Olímpico Mexicano (COM), Felipe Muñoz, dio la cara, sólo para lavarse las manos: “en esta ocasión nuestra función se redujo a inscribir, acreditar y transportar a la delegación tricolor, así como auxiliar a los atletas ayudándoles en sus entrenamientos y en su participación en Atenas”.
Y sin que mediara mayor explicación, dijo que en Atenas hubo un retroceso tomando en consideración lo obtenido en los Juegos Olímpicos de Sydney, pues en la edición anterior México logró seis medallas a cambio de las cuatro alcanzadas en Atenas.
Y aún más: En Atenas decreció el porcentaje de efectividad de la delegación mexicana, pues en Sydney 7.23 por ciento de los deportistas mexicanos se ubicaron en finales, mientras que en Atenas fue únicamente 4.76 por ciento.
En suma, el Comité Olímpico Mexicano no es responsable del fracaso, en clara alusión al otro hombre que maneja el deporte en nuestro país, el presidente de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), Nelson Vargas.
El aludido no tardó en fijar su posición, también de deslinde, de rebotar la amarga pelota del fracaso. Vargas afirmó que para que se obtengan resultados positivos en Juegos Olímpicos, el Gobierno Federal tiene que asumir el control del deporte nacional y no como ahora en la que el COM boicotea la labor de la Conade.
Luego de conocer las posiciones de los máximos responsables del deporte de alto rendimiento, habría que conceder un poco más gracia a nuestros atletas: Con estos directivos, cualquier paso es una verdadera hazaña.
