Con bombo y platillo se anunció días atrás, el incremento de dos pesos al salario mínimo de los trabajadores. Ingreso que no llega a los 50 pesos diarios y que contrasta con el incremento del 15 por ciento al gas y el ocho por ciento a las tortillas, alimento indispensable para muchas familias en México.
Para Leobardo Flores Ávila, secretario general de la Confederación de Trabajadores de México, (CTM), en la Región Lagunera de Coahuila, el aumento es una burla. Más allá de las connotaciones políticas que obviamente tienen estas declaraciones, lo cierto es que la pobreza en México seguirá ganando terreno y sólo algunos privilegiados podrán acceder a un nivel de vida digno.
Según estadísticas del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza para el año 2002, el 18.6 por ciento de los hogares no tenía ingresos suficientes para cubrir sus necesidades de alimentación. Más grave aún, el 25.3 por ciento estaba impedido para cubrir sus necesidades de alimentación, educación y salud.
Ante este panorama, resulta insultante para la población que los diputados en el Congreso de la Unión se lleven en este mes de diciembre la nada despreciable cantidad de 385 mil pesos cada uno. Por un año donde su trabajo se caracterizó por sostener controversias con el Ejecutivo, mantener estancadas las Reformas Estructurales e incluso alguno de los legisladores, aprovechó su tiempo libre para participar en Big Brother.
Más allá de las lamentaciones y los buenos deseos propios de la época navideña, es urgente que la clase política rectifique el camino y en verdad enarbole un compromiso con la nación. Las estrategias económicas ya mostraron su ineficacia, sólo unos pocos se han visto beneficiados por el modelo neoliberal que ha arrojado más pobres a las calles.
Así el anhelo y las posibilidades de construir una sociedad cohesionada, que comparta una visión de futuro, se ven muy lejanas ante las grandes diferencias que se aprecian en las calles.