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Nuestro Concepto| Autoridad

En teoría y desgraciadamente sólo en teoría, los procesos electorales significan la oportunidad para que la ciudadanía evalúe los pros y los contras de tal o cual candidato. Significa también, el tiempo propicio para que los distintos aspirantes, por ejemplo, a la altísima responsabilidad de conducir a una comunidad por el sendero del progreso y desarrollo, expongan sus planes y proyectos de Gobierno; qué hacer, cuándo, dónde y sobre todo, con qué recursos.

También en teoría -ya que nuestra incipiente democracia suele dar tumbos y sorpresas- cuando el favorecido por el voto popular asume el puesto para el que fue electo, inmediatamente y en automático, se despoja de cualquier preferencia partidista y se dedica en cuerpo y alma a gobernar para todos los ciudadanos, sin ningún distingo y ponderando en todo momento el bien comunitario.

Y es que eso es precisamente lo que legitima a un gobernante, su capacidad, entereza y honestidad para realizar las acciones que mejor convengan a sus gobernados, aun sobre la resistencia de grupos o la oposición de particulares. Se trata de imponer aquello que logre justificar como de interés general, sobre lo que resulte no más que un interés particular.

Sin embargo y bajo el presupuesto básico que los tiempos de las ocurrencias o las arbitrariedades ya pasaron, no basta con la fuerza de la voluntad: hay que convencer, negociar, justificar con argumentos sólidos, con datos fehacientes y comprobables y finalmente imponer en ejercicio pleno de la facultad constitucional otorgada a una autoridad, de cualquier nivel.

Gobernar a una ciudadanía madura y exigente no resulta nada fácil, ya que no se le puede manipular, mentir y mucho menos ofender con un comportamiento errático, débil y que elude la responsabilidad primaria de garantizar un mayor nivel de desarrollo y bienestar.

Hoy, autoridades en la Comarca Lagunera están a prueba y deben salir airosos en los retos que enfrentan, ya que la ciudadanía no les puede, ni debe permitir nada menos. El interés comunitario debe prevalecer sobre las resistencias de grupos que vean afectados sus privilegios, ya que ceder ante ellos es impropio de una autoridad.

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