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Nuestro concepto/Balance

En 21 días se cumplen dos años de Gobierno de Guillermo Anaya Llamas, alcalde de Torreón. Ayer, el edil rindió su Segundo Informe. Más allá de las estadísticas, los logros y pendientes, las promesas y compromisos, vale reflexionar sobre un asunto que difícilmente puede medirse en términos cuantitativos, pero no por eso soslayable: la operatividad política de la actual administración municipal.

La Iniciativa Privada torreonense reconoce, sobre todo, avances importantes en materia de obra pública, pero advierten una situación que podría considerarse como el talón de Aquiles del trienio: la ausencia de capacidad política para el diálogo y la negociación con las distintas fuerzas opositoras -permanentes o coyunturales- en los distintos sectores sociales.

Cabe recordar los primeros meses de gestión de Anaya Llamas, cuando eran muy frecuentes los zafarranchos protagonizados por diferentes grupos de manifestantes y funcionarios o elementos de la fuerza pública. La singular protesta de las sexoservidoras, en la que una de ellas se subió a la mesa de la sala de Cabildo a bailar semidesnuda; una movilización de colonos que intentaban introducir un burro por la puerta de la sede del Ayuntamiento; las insistentes visitas de la comunidad homosexual para exigir respeto y tolerancia de la autoridad, son algunos ejemplos de lo vivido aquellos agitados días.

Pero, aunque con menor frecuencia, las manifestaciones continuaron en los siguientes meses con la resistencia de distintos grupos a los proyectos planteados por la administración municipal: la instalación de taxímetros, el cambio de circulación de vialidades; la remodelación del bulevar Independencia; la modificación de recorridos de las peregrinaciones, y recientemente, la reestructuración del transporte urbano y suburbano.

Esta última presentó hace dos días una de las manifestaciones más importantes de rechazo, en la cual, concesionarios y ciudadanos de Matamoros y Torreón, así como integrantes del Comité Ejecutivo Municipal del Partido Revolucionario Institucional de ambas ciudades, protagonizaron un bloqueo en el bulevar Torreón-Matamoros y una discusión con las autoridades de Torreón que terminó en gritos y empujones.

Todos estos hechos ejemplifican la ausencia de asesoría en la operatividad política y la falta de capacidad para dialogar y negociar con los grupos inconformes y así prevenir todo ese tipo de acciones que denigran la imagen del Municipio y provocan innumerables molestias a la ciudadanía.

Doce meses y 21 días faltan para que este Gobierno termine sus funciones. Vale la reflexión de lo hasta ahora ocurrido para que 2005 (año electoral, dicho sea de paso) no se convierta en un año de conflictos políticos que mermen el desarrollo social y económico de la ciudad. Por el bien de todos.

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