Terminó el segundo período ordinario de sesiones en la Cámara de Diputados y el balance es negativo. Los grandes temas nacionales quedaron fuera de la agenda legislativa y aun lo que se proyectaba como el eventual gran logro en San Lázaro, el único tema que podría aglutinar consensos, la Reforma Política, quedó en el tintero.
Los coordinadores de las bancadas de las tres fracciones mayoritarias (PRI, PAN y PRD) coinciden en que triunfaron los intereses partidistas y de grupo sobre la productividad legislativa y los acuerdos políticos. Tiempo perdido para la nación.
Para el priista Emilio Chuayffet, la llamada Cámara Baja actuó con ineficacia; se dejaron de lado iniciativas y dictámenes y las famosas Reformas Estructurales, estancadas.
El panista Francisco Barrio lamenta hoy que el debate serio y propositivo sobre los cambios estructurales que a decir de amplios sectores de la sociedad, en especial de los organismos cúpula de la Iniciativa Privada, requiere con urgencia el país, deban esperar. Las coyunturas que imponen los intereses partidistas parecen más importantes.
El perredista Pablo Gómez acepta como negativo el saldo de la actual legislatura. Reconoce que los escándalos de corrupción y el divisionismo tanto en la Cámara como órgano colegiado, como al interior de las mismas fuerzas políticas ahí representadas, contaminaron los temas verdaderamente trascendentes para el país.
Pero un “mea culpa” no es suficiente cuando del futuro de la nación se trata. Queda en manos de la ciudadanía, a cada quién desde su trinchera, desde sus posibilidades, el exigir a los legisladores que de una vez y por todas, entiendan que en San Lázaro se deben tomar las decisiones que garanticen la viabilidad de México en los derroteros del progreso y desarrollo.
Todo lo demás es inadmisible.
