En las últimas décadas, la forma de actuar de muchos de los políticos mexicanos ha provocado que la ciudadanía no crea más en sus palabras, los catalogue de mentirosos sistemáticos y por supuesto de corruptos, pues son múltiples los actos realizados por éstos que constituyen verdaderos atropellos a los erarios públicos, los cuales quedan impunes a pesar de que la ciudadanía puede constatar esos enriquecimientos ilícitos.
En esa forma cínica de conducirse y de pretender que la sociedad crea en historias inventadas o que si bien pudieran tener cierta base de verdad no son sino falacias, se inscriben las recientes declaraciones del ex diputado René Bejarano, quien después de haber sido exhibido públicamente embolsándose fajos de billetes al recibir un soborno ahora sostiene que ese dinero lo recogió por instrucciones de Rosario Robles.
No fue eso lo que dijo Bejarano cuando se le presentó el video que lo compromete tan groseramente, pues en ese entonces sostuvo que era un donativo para una de las candidatas delegacionales del Distrito Federal del Partido de la Revolución Democrática, lo que se negó enfáticamente por la candidata y ahora modifica su versión e involucra hasta un alto ejecutivo de una televisora nacional, al tiempo que alega que el mencionado video fue deliberadamente editado para comprometerlo.
Se olvida Bejarano que en materia penal impera el principio de inmediatez en el que se le da valor superior a las primeras declaraciones de un presunto responsable frente aquellas posteriores que seguramente responden a aleccionamientos con el fin de evadir responsabilidades, de ahí que lo que ahora sostenga difícilmente podrán borrar de la mente del pueblo las imágenes en que guarda el dinero recibido por Carlos Ahumada y carga hasta con las ligas.