Lo más grave del asunto no es que lo intenten, sino que lo logren.
Las fracciones parlamentarias del PRI y del PAN están de acuerdo y forman mayoría. El artículo 122 de nuestra Carta Magna será modificado (el día en que los perredistas lo permitan) para que el presupuesto educativo sea distribuido en forma equitativa entre todas las entidades del país. Este cambio constitucional eliminará el estatus de privilegio del que hoy goza el Distrito Federal en esta materia.
El grueso de los legisladores del Sol Azteca (que no todos, sino aquéllos completamente leales a Dolores Padierna y su esposo René Bejarano) lo saben y ya que interpretan como un golpe político directo contra Andrés Manuel López Obrador, lo que el resto de los Mandatarios estatales entienden como un acto de justicia -el que el Distrito Federal aporte recursos a la educación-, pues entonces se imponen por la fuerza. Es la razón de la sinrazón de lo que hoy es una minoría en San Lázaro: los perredistas.
En la forma habría que citar que a las 13:18 horas, los diputados del PRD, esta vez los federales, tomaron la tribuna de la Cámara al tocar el turno de la lectura del dictamen para reformar el artículo 122 de la Constitución, relacionado con la descentralización de la educación en el Distrito Federal. Que justo entonces empezó el desorden, la guerra de gritos, entre los “¡Bejarano, Bejarano!”, de panistas y priistas y los “¡Obrador, Obrador!”, de los perredistas.
Habría que citar también que el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones Rivera, suspendió la sesión a las 15:55 horas, al no haber condiciones para continuar con los trabajos legislativos y a la vez anunciar que se convocó a los legisladores a continuar la sesión para el próximo martes 12 de octubre.
En el fondo, habría que advertir la fragilidad de nuestra incipiente democracia y el lastimoso espectáculo en que se ha convertido el quehacer en San Lázaro. Primero, resulta extraordinario que se logren consensos para integrar una mayoría que pueda sacar adelante alguna reforma y cuando se logran, si éstos no convienen a los perredistas, pues se frenan por la fuerza.
Se podría proyectar la imagen de los panistas tomando por la fuerza la tribuna para exigir a priistas y perredistas que aprueban las Reformas Estructurales; o de los priistas, demandando también por la fuerza que se cancele la multa millonaria por el escándalo de corrupción del “Pemexgate”. Se pueden proyectar las imágenes que se quieran... la puerta está abierta y el diálogo político de altura, el debate de las ideas y el imperio de los argumentos es lo único que no se necesita.
Lo dicho: Lo más grave no es que lo intenten, sino que se salgan con la suya.