Las declaraciones hechas en Brasil por el presidente de México, Vicente Fox, más que tranquilizar provocan preocupación entre los diferentes sectores de la sociedad.
El Mandatario afirma que el país no está en crisis, que es conducido por manos serias y responsables, desgraciadamente cada vez es menos la credibilidad de la que puede presumir Vicente Fox.
Es difícil creer en los discursos triunfalistas, cuando en la primera década del Tratado de Libre Comercio cerraron 50 mil empresas, la mayoría en este sexenio. Es difícil creer, cuando muchas amas de casa realizan sus compras y ven con preocupación cómo su poder adquisitivo va a la baja. Es difícil creerle a Vicente Fox cuando miles de jóvenes egresados de las Universidades no encuentran trabajo, porque no se ha generado el millón y medio de empleos por año prometidos en los días de campaña. En resumen: es difícil creer que no hay crisis cuando 50 millones de mexicanos viven en la pobreza.
A cuatro años de haber llegado al poder, Vicente Fox sigue apostando su capital político al 60 por ciento de popularidad que le dan las encuestas. De ahí que el Presidente se atreva a decir “¿cuál crisis”?
Vicente Fox se niega a ver todos los problemas que enfrenta el país, más grave aún, se niega a aceptar la crisis de credibilidad que actualmente enfrenta la figura presidencial. Nadie cree en la declaración que hizo a los medios de comunicación, donde afirma que acabando el sexenio se irá en compañía de su esposa Marta a su rancho en San Cristóbal.
Panistas destacados como Felipe Calderón Hinojosa, Francisco Barrio y Carlos Medina Plascencia, han expresado la urgencia de que sea la propia Marta Sahagún, quien declare que no busca la Presidencia de la República, para acabar así con las especulaciones. Ellos, los compañeros de partido, tampoco le creyeron a Vicente Fox.
El país camina aceleradamente hacia una crisis política, para preocupación de los mexicanos, Vicente Fox se niega a verla. El Presidente cada vez está más solo, viviendo en lo que muchos llaman Foxilandia.