De aquel día primero de enero de mil novecientos noventa y cuatro, en que el llamado Ejército Zapatista de Liberación Nacional irrumpió en algunas poblaciones del estado de Chiapas, a la fecha la situación de los grupos indígenas que se encuentran enclavados en la zona controlada por este grupo de insurrectos no ha mejorado, pues continúan viviendo en la pobreza y dentro de un ambiente en el que priva la inseguridad y la ingobernabilidad.
De acuerdo con un diagnóstico elaborado por una instancia interna de la secretaría de Gobernación, en la zona controlada por ellos imperan las decisiones caprichosas del EZLN y sus grupos aliados, pues lo mismo se impide la realización de las tareas propias de los maestros estatales y federales, que se permiten secuestros y violaciones, así como la existencia de puestos de vigilancia y el cobro de un impuesto de guerra.
Todas estas acciones son a todas luces ilegales. Pero por lo visto nada pueden hacer las autoridades estatales y federales para impedirlas, porque el EZLN ha logrado la aceptación y respaldo de la comunidad internacional más en base a su posicionamiento mediático y a una cierta aureola de idealismo romántico, que a la labor positiva en favor de los grupos indígenas la cual está totalmente ausente de las intenciones de los insurrectos, porque han optado, aunque de otra manera, por la explotación de los grupos indígenas.
El supuesto conflicto, que debió haber terminado hace muchos años, se ha prolongado gracias a la habilidad del EZLN para manejarse en los medios de comunicación internacionales. Pero, lamentablemente así seguirá porque no hay voluntad política para desenmascarar y sancionar a los responsables de la ingobernabilidad e inseguridad que priva en la zona, pues las autoridades apuestan a que sea el tiempo el que resuelva lo que ellas no han querido resolver.
