El asunto es, en realidad, simple: el Distribuidor Vial Revolución puede ser una obra realizada bajo los más altos parámetros en calidad de materiales, ingeniería urbanística y medidas de seguridad, pero la ciudadanía no está convencida de ello.
Es entonces que el el titular de la Secretaría de Urbanismo y Obras Públicas del Gobierno del Estado, Jorge Viesca Martínez, se debe dar a la tarea de informar con precisión, veracidad y cuantas veces sea necesario, de todos y cada uno de los detalles, por mínimos que pudieran parecerle, sobre los que existiera alguna duda.
Y es que el funcionario, por iniciativa propia y acuerdo con las autoridades municipales, es el único que puede dar información sobre una obra que costó algo así como 140 millones de pesos y que representa la carta fuerte sobre lo hecho en Torreón por la actual administración estatal.
Sin embargo el problema fundamental en estos momentos, radica precisamente en el hartazgo que con sus actitudes demuestra el funcionario, cuando del DVR se trata. Minimiza los cuestionamientos, los elude y en el mejor de los casos, responde con monosílabos y siempre restando importancia al señalamiento puntual.
Serán sólo sospechas, pero aún así, el funcionario está obligado a satisfacer las dudas de los empresarios y la ciudadanía en general. Lo único que no puede hacer Viesca Martínez es asumir que los torreonenses no entienden, que reaccionan a la manipulación y más aún, que los cuestionamientos tienen la finalidad política de demeritar su trabajo al frente de la Secretaría y que atribuye a la guerra sucia que mantiene con otros funcionarios de primer nivel.
En cuestiones de interés comunitario y cuando de un funcionario se trata, el plantear “no me entienden” resultaría fruto de una supina arrogancia. Si en el caso del DVR Jorge Viesca Martínez lograra cambiar su óptica por un realista “no me explico” las cosas serían distintas, pero para ello se requiere otro perfil de servidor público.
