Bien dicen que los problemas nunca llegan solos. Hoy cuando México enfrenta una parálisis legislativa, donde las reformas no llegan y los principales protagonistas políticos aprovechan los micrófonos para lanzar descalificaciones mutuas, un nuevo problema aparece en el escenario nacional: la crisis del sistema de seguridad social.
El desabasto médico en el Instituto Mexicano del Seguro Social es historia cotidiana para los derechohabientes, quienes son los principales afectados por los problemas sindicales de los últimos meses. Las modificaciones al Régimen de Jubilaciones y Pensiones ha sido la manzana de la discordia. Mucho se ha discutido de los privilegios económicos de los trabajadores y de la evasión de los empresarios para pagar las cuotas obrero-patronales.
A este escenario hay que agregarle el déficit por pasivos laborales que tiene el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), para solventar el retiro de los actuales trabajadores y de futuras generaciones.
El saldo de 3.4 billones de pesos equivale al 50 por ciento del Producto Interno Bruto y a cuatro veces la deuda externa. Para que el instituto pueda operar la única solución es que sea el Gobierno Federal quien asuma los costos, lo cual será una carga muy pesada para un costal donde lo mismo comparten espacio el Fobaproa que los recursos destinados a los programas de asistencia social.
México inicia el siglo con serios problemas económicos, donde hasta el momento no se avizora solución, ya que ninguno de los actores políticos- encargados de tomar decisiones- enarbola una tesis propositiva y viable para resolverlos.
El debate de ideas es sustituido por los intereses partidistas, y así mientras la mayoría de los mexicanos padece por una deficiente atención médica, la cual debido a la crisis económica peligra, los actores políticos únicamente tienen la mira en las elecciones de 2006.