Las cosas caen por su propio peso y tarde o temprano, los hechos colocan a cada quién en el justo lugar que le corresponde.
Hoy, las voces que señalan los evidentes errores en el proceso de construcción del Distribuidor Vial Revolución y que el Secretario de Urbanismo y Obras Públicas del Gobierno del Estado –con la ayuda del aparato mediático que le sirve incondicionalmente- intentó callar a base de manipulación y soberbia, finalmente se imponen y reclaman el triunfo de la asertitividad y visión crítica sobre la tolerancia e incluso complacencia hacia las “verdades a medias”.
Luego que El Siglo de Torreón publicara en su edición de ayer, extractos de la Bitácora que demuestran más allá de cualquier interpretación subjetiva, que durante la construcción de lo que es considerada la obra magna de la actual administración estatal (al menos en Torreón) se cometieron una serie de errores que alteraron el diseño original y que son evidentes en los neoprenos, así como en los peraltes, tanto las autoridades municipales como los representantes de la Iniciativa Privada coinciden en que es necesario que las autoridades estatales reconozcan y corrijan las fallas.
Ante la evidencia, Jorge Viesca Martínez tiene poco margen de acción. La sociedad lagunera esperaría que el funcionario terminara por aceptar los errores cometidos y anunciara el compromiso serio y profundo del Gobierno del Estado por corregir todo lo que fuera necesario y a la brevedad, que es finalmente la demanda de los torreonenses.
Por el contrario, si prefiere mantener su muy particular visión de que todos los señalamientos al DVR son la resulta de una campaña en su contra por parte de los “enemigos del progreso en La Laguna”, tendría que sumar a esta categoría al propio Alcalde, al Director de Obras Públicas Municipales y a los máximos representantes del sector privado y eso sería simplemente patético.