En un país que vive permanente al ritmo de los procesos electorales –cuando no son municipales, son estatales o federales- el hecho de que hoy los ciudadanos de Aguscalientes, Oaxaca y Baja California estén convocados a las urnas, no tendría mayor importancia para aquellos (por ejemplo, los laguneros) separados por miles de kilómetros e idiosincrasia de lo que podría resultar significativo únicamente en un ámbito regional.
Sin embargo, el caso de Oaxaca es especial y por ello los mexicanos todos debemos tener especial interés en lo que hoy suceda en este empobrecido estado del sureste.
Los ingredientes anticipan un platillo electoral de extrema tensión, violento y en donde, entre otras cosas, el líder nacional del PRI, Roberto Madrazo, podrá fortalecer o debilitar su candidatura a la Presidencia de la República.
Por lo pronto el Gobierno Federal y la Iglesia Católica llaman a evitar la violencia y que las autoridades locales garanticen un clima de paz social. El mensaje tiene especial dedicatoria al gobernador oaxaqueño, José Murat, amigo cercano de Madrazo y que desde el famoso autoatentado ha dado muestras de representar en los hechos uno de los últimos bastiones del priismo caciquil.
Como antecedentes cercanos del clima electoral que se vive en Oaxaca, basten recordar las amenazas de un grupo armado de incursionar en varios pueblos precisamente hoy, cuando se abran las casillas. También la muerte de un profesor durante un enfrentamiento a tiros y garrotazos entre simpatizantes de los dos candidatos con mayores posibilidades de ganar las elecciones para gobernador de este domingo, el de la coalición Nueva Fuerza Oaxaqueña, el priista Ulises Ruiz y el abanderado de la alianza Todos Somos México, Gabino Cué.
En Oaxaca se juega algo más que la gubernatura y el Congreso local, se juega la viabilidad de la expresión más baja de la política en un país que intenta acceder a la modernidad. Por eso es tan importante para todos los mexicanos lo que hoy suceda en ese estado.
