Parece ser el signo de los tiempos: Las principales organizaciones políticas en México, las mismas que por su naturaleza significan la estructura de defensa de plataformas e idearios y –por supuesto- el vehículo de acceso al poder público, se encuentran en un acelerado proceso de descomposición.
Al reacomodo de las llamadas tribus al interior del Partido de la Revolución Democrática, hay que agregar la lucha sorda e intestina entre dos facciones (la leal a Andrés Manuel López Obrador y la base de apoyo de Cuauhtémoc Cárdenas) que buscan consolidar el camino hacia la Presidencia de la República y sumar los escándalos por corrupción que involucran a prominentes militantes del Sol Azteca (con el agregado del paraje San Juan) para configurar un escenario de crisis partidista.
Por el lado del Partido Acción Nacional hay que sumar el peculiar caso de Marta Sahagún y la renuncia del vocero de la Presidencia; el autodestape de Felipe Calderón y el elevado costo político de los desatinos de la administración “del cambio” para conformar un espeso caldo de problemas y cuestionamientos. La situación hoy, al interior del blanquiazul, dista mucho del empuje y cohesión (al menos en la forma) que existía hace cuatro años.
Y ahora otro poco del PRI: La abierta pugna entre dos grupos plenamente identificados, el de Roberto Madrazo y el de Elba Esther Gordillo, demostró ayer que la unidad, solidaridad y ponderación de idearios y principios ideológicos son los únicos elementos que brillan por su ausencia en lo que constituye una lucha sin cuartel por el poder.
El diputado federal veracruzano, Miguel Ángel Yunes, cercano colaborador de Elba Esther y miembro distinguido de la llamada Corriente Renovadora dentro de la bancada priista en San Lázaro, renunció a su militancia de 35 años en el PRI.
Mientras sus ahora ex compañeros diputados del tricolor festejaban su renuncia y pedían a la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que siguiera sus pasos, Yunes arremetía contra Madrazo Pintado. El tabasqueño se encuentra inmerso en una lucha sin cuartel por afianzar su candidatura presidencial y se opone por sistema a todas las reformas “para que le vaya mal al Gobierno Federal”, según el ahora ex priista.
En suma, el ambiente político-partidista en nuestro país se encuentra tan enrarecido, rebasado y ajeno a los temas que verdaderamente importan al grueso de la población, que no queda otra opción que esperar que los grupos en pugna se agoten, que se definan de una vez las opciones, para que los mexicanos podamos evaluar con un mínimo de certidumbre, qué o quién podría hacer menos daño en el futuro cercano.