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Nuestro concepto/Pobreza

Mientras en México la pobreza y la ignorancia sigan caracterizando a la mayoría, todo, absolutamente todo puede pasar, aun aquello que atente contra la lógica del progreso y desarrollo, contra las reglas que impone un mundo globalizado y los elementos indispensables que garantizan un marco de civilidad en las relaciones sociales.

Y es que el círculo perverso que alimenta el binomio pobreza-ignorancia, abona el campo de los abusos y arbitrariedades y permite que las agendas personales se impongan sobre las necesidades reales de la población. Quien agota sus esfuerzos en la mera sobrevivencia, poca resistencia puede ofrecer ante el discurso vacío y populista, ante la promesa vana y la ausencia de congruencia entre lo que se dice y se hace de aquellos que faltando a la responsabilidad inherente al cargo público o a la ética con que se deberían conducir los actores políticos, arrastran al país entero en su particular lucha de poder.

Empresarios, analistas y aun ciertos grupos políticos -identificados con la actual administración federal- establecen como indispensables las llamadas Reformas Estructurales, que en esencia permitirían el acceso de capital privado en áreas consideradas tradicionalmente como estratégicas -a la luz de un nacionalismo trasnochado y una soberanía poco realista- como la energética.

Pareciera tan simple: Se necesita modernizar y eficientar procesos, pero el Estado no cuenta con los recursos para ello y entonces, en términos de viabilidad y urgencia, se requiere inversión extranjera para eliminar rezagos y que a la postre se refleje en una mejor calidad de vida para toda la población.

Sin embargo, las posiciones de ciertos grupos políticos, cobijados en una cuestionable idea de nacionalismo, ni siquiera permiten la discusión seria y profunda de estos temas. Satanizando al inversionista extranjero, pareciera que prefieren que el número de pobres aumente en nuestro país.

Lo más grave de esta realidad es que las precarias condiciones económicas de millones de mexicanos, les impide tener acceso a una educación de calidad y por lo tanto, a las herramientas que les permitirían poner un freno a aquellos políticos y funcionarios que actúan bajo intereses contrarios a los de la ciudadanía.

Queda entonces la posibilidad de hacer algo en un reducido grupo, el que al parecer aún no se decide a luchar para que la agenda del interés nacional se imponga por fin, a las agendas personales o partidistas.

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