Y el PRI sigue ganando gubernaturas. Parece que los hechos confirman el lance de que el creciente desencanto en la gestión de Fox, aunado a una estructura político-electoral casi intacta, allana el camino a la reconquista de la Presidencia de la República.
Los distintos “aspirantes” al honor de encabezar el regreso triunfal a Los Pinos, encuentran como vital, el definir las reglas del juego y por lo tanto emplazan a Roberto Madrazo a evitar una fractura dentro del partido.
La lectura más amplia advierte que ocho de los nueve aspirantes, el senador Enrique Jackson y los gobernadores Arturo Montiel, del Estado de México; Natividad González Parás, de Nuevo León; Miguel Alemán, de Veracruz; Tomás Yarrington, de Tamaulipas; Enrique Martínez, de Coahuila; Manuel Ángel Núñez, de Hidalgo, y Eduardo Bours, de Sonora, entienden que deben poner un freno a su líder nacional, o de lo contrario sería Madrazo el próximo presidente.
Se trata, ni más ni menos, de una abierta lucha por el poder, bajo el presupuesto que la batalla más difícil de librar será la interna, ya que la Constitucional, con un Andrés Manuel López Obrador debilitado, o aún, desaforado, no implicaría mayor problema.
Por lo pronto, Madrazo insiste que aún está “muy lejano el 2006”, mientras David Penchyna, secretario técnico del Consejo Político Nacional del PRI se encarga de responder a los “presidenciables” con un mensaje simplista: “no se entrará en el juego de la sucesión adelantada ni acuerdos copulares para fijar nuevas reglas”.
Hay que evitar fracturas, dicen unos y otros, pero lo cierto es que la lucha interna que vive hoy el PRI, presupone una marcada división entre el CEN (Madrazo) y los gobernadores y el resultado es de pronóstico reservado.
