Basta con sumar dos más dos para comprender que el país transita por un escenario de alto riesgo.
No resulta gratuito el llamado de Vicente Fox a la unidad, ese pedir una y otra vez a los principales actores políticos “hacer a un lado” las diferencias y que se asuma la responsabilidad en la búsqueda de un futuro mejor.
El Presidente de la República entiende que nada bueno puede resultar del actual clima de confrontación política, donde los intereses particulares y las agendas partidistas han prevalecido sobre los eventuales acuerdos para concretar -por ejemplo- las Reformas Estructurales y que nuestra democracia se convierta en un instrumento eficaz en la lucha contra la marginación, la pobreza, injusticia y la corrupción.
Santiago Creel entiende como indispensable dar un siguiente paso para lograr que la democracia no se quede sólo en el terreno electoral, “sino para hacerla gobernable”. Y es que esa es precisamente la palabra clave, gobernabilidad y que preocupa a círculos cada vez más amplios de la sociedad mexicana.
Porfirio Muñoz Ledo considera urgente revisar la historia de México y su Constitución, a través de un gran acuerdo nacional entre políticos, académicos, científicos y ciudadanos que construyan un proyecto para enfrentar los riesgos de ingobernabilidad en el próximo sexenio.
Por su parte, el coordinador de los diputados panistas en San Lázaro, el chihuahuense Francisco Barrio Terrazas, advierte que la democracia “no ha cuajado, la que vive México es una transición a medias y en los próximos años sólo tendrá dos caminos: o se consolida o vamos de regreso, hacia atrás”.
La clase política en su conjunto tiene una enorme asignatura pendiente: la democracia no se puede agotar en la estéril confrontación de intereses partidistas y muchos menos, quedar reducida al eventual relevo de siglas en los puestos de elección popular. Si la democracia no ayuda a mejorar el nivel de vida de los ciudadanos y constituye en los hechos una herramienta para combatir los rezagos tanto sociales como económicos, entonces no sirve.
Ese es el gran riesgo que corre hoy nuestro país, sólo queda esperar que los actores políticos lo entiendan y por fin ponderen los intereses superiores de la Patria, sobre los propios.