A propósito de la conmemoración oficial del 81 aniversario de la Constitución, el cinco de febrero de 1998, en Querétaro, el entonces presidente Ernesto Zedillo enfrentó la ira ciudadana. En aquella ocasión, integrantes del Frente Independiente de Organizaciones Zapatistas, se dieron gusto insultando al Mandatario y por largos 20 minutos agredieron con lo que pudieron el camión que transportaba a toda la comitiva presidencial. No faltó quién interpretara el incidente, como una señal clara que el régimen priista había por fin, hartado a la población. Se acercaba el fin del poder de los autoproclamados herederos de la Revolución Mexicana.
Toda proporción guardada, ayer se registró un incidente similar. El presidente Fox enfrentó a la ira ciudadana, esta vez, bajo los rostros iracundos de maestros que a gritos exigían frenar la privatización del ISSSTE.
Fox los encaró para solicitarles que no se dejaran engañar y por supuesto, negar cualquier plan o proyecto para privatizar el ISSSTE. Pero los maestros no quedaron conformes y literalmente atacaron al convoy presidencial.
Esta vez, fueron ocho largos minutos, en los que un grupo de ciudadanos se dieron gusto insultando al Mandatario, mientras con pies y manos golpeaban la camioneta que transportaba al Presidente de la República, el Gobernador de Chihuahua y el Presidente Municipal de Ciudad Juárez.
El nivel de agresión llegó a tal nivel que dos destacados miembros del Estado Mayor Presidencial, un coronel y un capitán se enfrentaron a golpes a una docena de maestros. La desesperación total, fruto de una falla imperdonable –por su gravedad- en la seguridad del titular del Poder Ejecutivo.
Sin duda del incidente habrá muchas secuelas. Habrá que esperar qué pronostican ahora los expertos en política sobre esta nueva señal.