La necesidad abre la puerta a la manipulación. Los sectores económicamente más desprotegidos suelen ser presa fácil de personas sin escrúpulos que los manipulan con fines políticos y aún de aquellos que lucran con su desesperación y a quienes la autoridad debería aplicar con firmeza todo el peso de la Ley.
Ante el desalojo que sufrieron decenas de familias que estaban posesionadas en forma ilegal de terrenos de Ferromex, en las colonias Las Dalias y Las Julietas, empresarios de la región advierten que la autoridad está obligada a garantizar el Estado de Derecho, en donde debe respetarse la propiedad privada.
El líder de los comerciantes organizados, Carlos Tovalín López, sostiene que las invasiones se dan “cuando los seudolíderes se aprovechan de la necesidad de la gente, pues les cobran cuotas y los hacen votar en las elecciones por quien ellos quieren”.
El presidente de Coparmex Laguna, Arturo Gallegos Salcido, señala por su parte que en el caso específico de las familias desalojadas “había una invasión de una propiedad federal concesionada a un particular, se tenía que restituir, además del peligro que corrían las personas al vivir a un lado de las vías férreas”.
Y en estricto sentido, ambos representantes del empresariado lagunero tienen razón. Había que aplicar la Ley, restituir los terrenos a su legítimo propietario y por mandato judicial, desalojar a las familias. Sin embargo, queda el drama humano, de esos niños y mujeres que de pronto vieron caer su pequeño y empobrecido mundo para quedar literalmente en la calle.
Queda entonces atacar el mal de raíz e impedir que supuestos líderes sociales o políticos en aras de fortalecer sus muy particulares cotos de poder y aún más, enriquecerse a costa de la necesidad de otros, pongan en peligro a decenas, centenares de personas que cedan –por desesperación- a la manipulación de aquellos que venden la quimera de que invadiendo un terreno podrán fincar un patrimonio sin que nadie jamás los moleste.
