Por fin se dio el primer paso en firme para lograr lo que ha sido anhelo de la ciudadanía desde hace décadas y promesa siempre incumplida de varias administraciones. En maratónica -y en momentos hasta ríspida- sesión de Cabildo, se aprobó el Proyecto Integral de Modernización del Transporte Urbano de Torreón, denominado “Trans-Siglo”.
El ambicioso plan de Guillermo Anaya incluye la reestructuración de rutas, así como de la creación de otra truncal y la salida de los camiones suburbanos del bulevar Revolución. Para el anecdotario quedarán las burlas y rechiflas de algunos regidores, ya que lo verdaderamente importante es ese primer gran paso de aprobar, de entrada, cuatro cambios de recorridos de las 16 rutas autorizadas y registradas en Autotransporte Municipal.
El alcalde debe estar satisfecho ya tiene motivos justificados para estarlo, y precisamente ello no se pudo sustraer a la tentación de mostrar, durante un receso y a la totalidad de los regidores, los flamantes camiones Mercedes Benz que brindan servicio en lo que significa el 70 por ciento de la ruta “San Julián Alianza”.
Sin embargo, no todo fue miel sobre ojuelas para las autoridades municipales. La mayoría de las organizaciones del transporte de pasajeros mantienen su postura de cuestionar el proyecto, ya que desde su óptica “las autoridades municipales no nos ayudan en nada”.
“No sabemos el destino que vayan a tener nuestras rutas y la muestra es que con las cuatro que ya les cambiaron su recorrido, se empalman con otras”, fue el argumento más socorrido entre el medio centenar de transportistas que estuvieron presentes en la sesión de Cabildo.
Ante lo anterior, el propio Anaya minimiza las muestras de inconformidad y bajo la premisa fundamental de que “el rentismo ya desapareció para dar paso a choferes empleados, uniformados, capacitados y controlados en su actividad general por medio de los contadores de pasaje”, reitera las bondades de un proyecto que responde a una sentida demanda ciudadana y corresponde a la pretención de que Torreón sea, en los hechos, en sus servicios públicos, una ciudad moderna y progresista.
No queda más que aplaudir este primer paso y desear que las controversias o inconformidades sean resueltas y/o satisfechas en un marco que garantice que el bien comunitario prevalezca.
