Tal es el nivel de los desencuentros, malos entendidos y obstáculos en todos y cada uno de los planes, proyectos y decisiones de la autoridad -sobre cuestiones de diversa índole- que pareciera que sólo son posibles dos lecturas sobre el actual escenario: o la administración de Guillermo Anaya se enfrenta a un megacomplot por parte de aquellos que apuestan al desastre para ganar bonos políticos y de quienes encuentran en el inmovilismo y el rezago la única posibilidad de mantener sus actuales cotos de poder, o de plano existe una alarmante ausencia de capacidad de negociación, tacto político y habilidad para “vender” lo que realmente beneficia al Municipio.
El asunto del proyecto integral de modernización del transporte público navega hoy por aguas turbulentas... y un poco sucias. Para el alcalde Guillermo Anaya, las protestas contra el Trans-Siglo no es más que otro poco de resistencia al cambio, “la misma excusa de siempre; los transportistas no entienden que con los nuevos recorridos ellos van a ganar más que a perder”.
Y aún más: “por encima de las protestas de los transportistas, que tienen años y años ofreciendo un mal servicio, nos interesan los usuarios, esos que piden mejor servicio, rutas cortas y camiones en mejor estado”.
La máxima autoridad en Torreón tiene razón, pero hay que tomarle el pulso al nivel del conflicto: ayer se reunieron los concesionarios de los autobuses urbanos de Torreón, Gómez Palacio y los suburbanos de Matamoros, con el propósito de formar un “frente común” contra el proyecto de Anaya. Los transportistas llegaron, por lo pronto, al acuerdo de agotar todos los recursos legales en su defensa.
En esta suerte de ping-pong, donde la pelota significa conflicto, los transportistas matamorenses anuncian que no tomarían ninguna medida de presión como bloqueos o plantones, sin embargo, los líderes de asociaciones que estuvieron presentes en la reunión, votan por la vía de las acciones de presión.
En suma, mientras Anaya reduce las protestas, éstas suben de tono: “estamos viendo que los beneficiados serían los que más tienen y los pobres van a ser los perjudicados” y “la gente no se va a dejar, a como nosotros vemos, van a defender sus intereses, su dignidad”, fueron de las expresiones más celebradas el día de ayer en la famosa reunión.
El reto, entonces, no puede ser otro que sacar adelante, por la vía de la negociación y de la operación política efectiva, un proyecto que beneficie a la región en su conjunto. En la primera lectura, nuestras autoridades deberán demostrar que se puede gobernar, aún y con un complot encima.