En los últimos años la historia es la misma: egresados de universidades que no encuentran trabajo. El desempleo es una realidad que duele, pero la tristeza es más grande cuando los protagonistas son jóvenes que portan un título bajo el brazo.
El discurso político menciona la necesidad de una mayor vinculación de los empresarios con las instituciones de educación superior, tristemente la mayoría de las veces la relación se queda en la firma de un convenio que no trasciende a realizar un trabajo conjunto.
Todavía no se logra que los jóvenes de nuevo ingreso se interesen en carreras no tradicionales, de forma que pueda disminuir la demanda en aquéllas cuyo mercado laboral se encuentra sobrepoblado.
Las universidades requieren un cuerpo docente con formación en maestría o doctorado, que les permita afrontar las necesidades actuales de quienes se forman en dichas instituciones y generar así nuevos conocimientos, sobre todo ahora cuando el nivel de dependencia del extranjero que sufre México en aspectos de ciencia y tecnología ha aumentado hasta alcanzar niveles peligrosos para el desarrollo del país en los 12 años recientes, según el Informe General del Estado de la Ciencia y la Tecnología para 2003 presentado por el Conacyt.
Ante la competencia despiadada de un mundo globalizado, es necesario que las instituciones de educación superior inviertan para mejorar sus equipos de laboratorio, bibliotecas y sobre todo optimizar la calidad educativa.
Es prioritario que las autoridades pongan mayor interés en las universidades, sobre todo en aquellas que en los últimos años han proliferado sin ningún historial a nivel local.