11 de febrero de 2004.
Bagdad, (EFE).- Al menos 47 iraquíes murieron en el atentado suicida con coche bomba que sacudió hoy un centro de reclutamiento militar en Bagdad, el último de una serie de ataques de los insurgentes contra las instituciones acusadas de colaborar con las fuerzas de ocupación.
La explosión eleva a casi un centenar el número de víctimas mortales en Irak en 24 horas, después de que un atentado similar costara el martes la vida a 50 iraquíes frente a una comisaría de Policía en la localidad de Iskandariya, al sur de la capital.
El viceministro del Interior del Gobierno provisional, Ahmed Kadhem Ibrahim, declaró a los periodistas poco después de la explosión de hoy que el nuevo acto terrorista "ha dejado 47 mártires".
El jefe del servicio de ambulancias del Distrito Norte de Bagdad, Mohamed Naji, dijo que habían tenido que utilizar todas las unidades disponibles y que habían recogido 47 cadáveres, "la mayoría despedazados", que trasladaron a los hospitales de Yarmuk y Karama.
Portavoces militares de EU cifraron por su parte en al menos 36 las víctimas mortales del atentado, ocurrido a las 7.25 hora local en un centro de reclutamiento del nuevo Ejército iraquí en un antiguo aeropuerto del barrio Muzana, en el centro de Bagdad.
"En el lugar de la explosión, había 36 personas fallecidas y entre 20 y 30 heridas", afirmó el comandante Jonh Frisbie, quien señaló que el suicida utilizó un viejo Oldsmobile blanco "con el que se empotró contra la fila de hombres que aguardaban su turno para entrar al recinto".
Explicó que el coche estaba cargado con 400 a 500 kilogramos de explosivo plástico, metralla y algún otro tipo de munición.
"Estamos aquí para mejorar la vida de la gente. Los terroristas de esta parte del mundo no quieren que triunfe la democracia", prosiguió el portavoz al ser preguntado si el ataque estaba destinado a combatir la presencia de tropas extranjeras en suelo iraquí.
Los últimos y más mortíferos atentados han tenido lugar contra instalaciones de la Policía y el Ejército nacionales, peor protegidas que las de las tropas extranjeras que controlan el país.
El nuevo Ejército iraquí y los diferentes cuerpos de la Policía forman parte del plan de EU para el traspaso de poder a nuevas instituciones iraquíes antes del próximo 30 de junio.
"Estábamos en fila, unos 400, justo antes de que abrieran la puerta exterior del recinto, cuando vino el coche y explotó", declaró Ghasan Samir Radeh, de 32 años, uno de los supervivientes, en el hospital de Al Yarmuk, a unas manzanas del lugar del atentado.
"Volé por el aire, luego lo vi todo negro por el humo. Unas personas me recogieron y me trajeron al hospital en su coche", explicó Radeh, quien dijo que su país está ahora "en una buena situación".
Otro testigo, Amr Abdelkarim Mohsen, de 42 años, uno de los que pudieron escapar indemnes de esta nueva matanza, relató: "cuando me acercaba al cuartel, vi venir un coche americano blanco muy deprisa, desde el norte. Se paró de repente y explotó".
El estallido tuvo lugar a poca distancia de la llamada "Zona Verde", donde se radican la mayoría de las instalaciones de la Autoridad Provisional de Irak, encabezada por el estadounidense Paul Bremer.
El fuerte viento y la incesante lluvia dificultaron la llegada de los equipos de socorro hasta el lugar de la explosión.
Dos horas después del ataque, y con la zona totalmente sellada por los soldados estadounidenses, los operarios municipales continuaban tapando el agujero que dejó la explosión en el asfalto.
Los peatones no podían acercarse a la zona delimitada por el cordón de seguridad mientras los altavoces de la Policía los instaban a desviar su camino.
Desde la entrada del antiguo planetario de Bagdad, en la céntrica plaza de Damasco, se podía distinguir la fachada del centro de reclutamiento, intacta tras la explosión.
