La diabetes gestacional es una intolerancia a los carbohidratos, que puede diagnosticarse de manera oportuna entre la semana 24 y 28.
Una dieta adecuada que dé como resultado una buena nutrición, es clave para eliminar algunos riesgos durante el embarazo, periodo en el cual la obesidad y sobrepeso de la futura madre son los principales factores de riesgo para desarrollar diabetes gestacional, indicaron especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMS).
Evitar estas circunstancias es de suma importancia, ya que la aparición de esta enfermedad es generadora de daños físicos en la madre y el bebé.
Los médicos dicen que 60% de ellas, entre cinco y 10 años después del parto, sufren Diabetes Mellitus Tipo 2 (DT2), y en alrededor de una década, pueden presentar complicaciones como insuficiencia renal crónica, retinopatía (ceguera) y neuropatía, que origina amputaciones. La gineco-obstetra Dula Ortega Román afirma que es posible reducir las probabilidades de desarrollo de diabetes gestacional "si al menos tres meses antes del embarazo se atienden aspectos de nutrición, a fin de que la mujer vuelva a tener un peso adecuado, se cerciore de que sus niveles de glucosa en sangre son normales y de que no tiene una prediabetes o propensión a esta enfermedad".
Según la especialista del IMSS, la diabetes gestacional - definida así porque es detectada por primera vez durante el embarazo-, es una intolerancia a los carbohidratos, que puede diagnosticarse de manera oportuna entre la semana 24 y 28, lo que permite mantener controlados los niveles de glucosa en sangre. Pero, advierte, uno de los riesgos de este padecimiento es que una vez que se ha desatado, existen más probabilidades de que en otros embarazos de la misma mujer se repita, por lo que la madre debe estar al pendiente.
Ortega Román dice que está demostrado que hasta 75% de las mujeres que desarrollan diabetes gestacional, sufren problemas serios. Esto significa que cuando su hijo es adolescente, su madre estará padeciendo alguna amputación, se encontrará en diálisis o se habrá quedado ciega, porque las complicaciones crónicas del mal, las cuales se presentan después de 10 años de evolución de la enfermedad.
Es muy importante la prevención de la DT2 y el tratamiento comienza desde el momento en que se diagnostica, a través del diseño de una dieta especial y ciertos ejercicios determinados por el médico durante una o dos semanas.
Es necesaria la intervención de un grupo multidisciplinario: obstetras, perinatólogos, internistas, endocrinólogos, y el apoyo de trabajo social. Cuando se requiere, a la madre se le hospitaliza para mantenerla bajo estricta vigilancia, a fin de controlar su glucosa en sangre.
Se realizan ultrasonidos para conocer el crecimiento del bebé y mantenerlo en el mejor estado posible, ya que entre los riesgos que tiene es que crezca más de lo normal. Ambos casos producen diversos daños para su salud.
Una vez concluido el embarazo la mujer no debe abandonar el control médico, sobre todo durante los cinco años posteriores al parto, con el propósito de que reciba todo el apoyo y la orientación adecuada para evitar y/o retrasar el momento de que esta enfermedad se presente, e incluso posponer las complicaciones.
La doctora Ortega Román advierte que el factor genético es un riesgo que predispone; es decir, si algún pariente directo (padre, madre, hermanos) la ha padecido. También, si ella tiene el antecedente de pérdidas fetales o abortos repetitivos, así como de nacimientos de hijos macrosómicos, que hayan pesado más de cuatro kilos.