Como cada año desde 1909, el próximo ocho de marzo se celebra el Día Internacional de las Mujeres. ¿Qué quisiéramos celebrar este año las mujeres? Que los casos de las muertas de Juárez no tienen fin, no se resuelven y miles de mujeres siguen siendo diariamente golpeadas y maltratadas. Que las mujeres trabajan en el hogar un promedio de 24.6 horas por semana mientras que los hombres dedican sólo diez horas. O que uno de cada cinco hogares mexicanos es presidido por mujeres, es decir en cada uno de esos hogares la figura paterna está ausente y una mujer sale todos los días a ganar el sustento. Doce millones de mujeres trabajan fuera del hogar realizando jornada doble. Que la población económicamente activa en México es 34.6 por ciento mujeres y 65.4 por ciento hombres. La tasa de desempleo es más alta en mujeres que en hombres y la tasa de participación económica es más alta para los hombres. Mientras las mujeres no se valgan por sí solas o no tengan un ingreso propio será difícil superar obstáculos y ganar espacios que han estado tradicionalmente en manos de los hombres. Que para este año el presupuesto del Instituto de las Mujeres sufrió un recorte de 12 millones de pesos. Que falta mucho para que la agenda de género sea política de Estado.
O tal vez podemos celebrar que hay una mujer más como magistrada en el Poder Judicial de la Federación. Pero por otro lado sólo contamos con una secretaria de Estado y muy pocas presidentas municipales, ninguna gobernadora, aunque en los últimos días algunas mujeres han manifestado su deseo de participar como candidatas en sus estados y por supuesto en la Presidencia de la República. Tenemos una mujer árbitra en el futbol de Primera División. Virginia Tovar pasó a la historia el domingo anterior cuando arbitró el partido Irapuato-América, a pesar de que por razones de machismo se había pospuesto varias veces su debut, sin importar que ella se había preparado con todo profesionalismo y seriedad.
Tal vez para celebrar o reflexionar sobre el valor de ser mujer es que nació el Día Internacional de las Mujeres. Una ocasión o una fecha en el calendario para unirnos como mujeres y junto al sexo opuesto recordar una tradición de más de nueve décadas de lucha por la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo.
La idea de celebrar el Día de la Mujer comenzó en el despunte del siglo XX, cuando 15,000 mujeres marcharon en la ciudad de Nueva York demandando jornadas de trabajo más cortas, mejor paga, derecho al voto y fin a la mano de obra infantil.
Este día recordaba otro ocho de marzo, en 1857 cuando mujeres en la misma ciudad norteamericana, trabajadoras de las fábricas textiles y de ropa se pusieron en huelga y protestaron por las condiciones inhumanas en las que laboraban y los bajos salarios que ganaban. La policía las atacó y reprimió el movimiento. Dos años más tarde, estas mismas mujeres se organizaron y formaron el primer sindicato de trabajadoras para protegerse y lograr algunos derechos laborales.
Desde entonces, las mujeres hemos ido avanzando en diferentes frentes: educación, salud, economía, derechos políticos, como el derecho al voto, logrado en nuestro país en 1952. Pero falta mucho por hacer. Pensemos en los índices de mujeres maltratadas, violadas y asesinadas como las 500 muertas en Juárez. En los índices de pobreza, siempre superiores en las mujeres que en los hombres, los índices de equidad en los empleos.
Avances los hay, por ejemplo en educación, donde el porcentaje de hombres y mujeres en las escuelas es muy parejo, más aún en algunos rangos de edad como en educación superior es superior el índice en mujeres que en hombres. La matrícula en las universidades es más del 50 por ciento mujeres y 49 por ciento hombres. Sin embargo lo triste es salir con un grado universitario y no encontrar trabajo porque los hombres llevan la preferencia y porque sigue habiendo espacios vetados para mujeres. Tanto en el sector público como en el privado menos del diez por ciento de los puestos de alto rango son ocupados por mujeres.
Hay logros en materia de autoempleo donde miles de mujeres invierten tiempo, capacitación y dinero en proyectos productivos que les permite empoderarse, valorarse y valorar lo que hacen, tomar sus propias decisiones y crecer como seres humanos. Es así como las mujeres se sienten mas realizadas, con una mayor autoestima y confianza en sí mismas. La mujer es capaz de organizar y administrar su tiempo, dejando atrás el sentimiento de culpa por tener que dejar a los hijos.
La importancia de este día tal vez resida en el enfoque político que se le ha otorgado desde ese lejano 1909 cuando se celebró por primera vez, ya que miles de mujeres y hombres en diferentes ambientes, Gobiernos, organizaciones no gubernamentales, universidades, organismos de sociedad civil, se dan a la tarea de reflexionar, investigar y debatir temas que permitan a las mujeres tener una creciente participación en la economía, la política y en lo social. Lograr trato más justo y equitativo, porque sólo así la vida de las mujeres se dará dentro de una sociedad más justa y más humana. Que se resignifique el papel y la condición de las mujeres. Que dejemos atrás prejuicios y atavismos, posturas machistas, unilaterales, patriarcales y discriminatorias y que impulsemos la educación a todos los niveles.
El ocho de marzo es un día para celebrar el valor de la vida y alentar el que tanto mujeres como hombres sean protagonistas de sus propias vidas. ¡Felicidades!
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