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Ola de violencia en Haití

EFE

PUERTO PRÍNCIPE, HAITÍ.- Los rebeldes haitianos atacaron la ciudad de Port-de-Paix, haciendo caso omiso de las peticiones internacionales y del presidente Jean Bertrand Aristide para que acepten el plan de paz propuesto por varios organismos y países.

El ataque, anunciado por emisoras locales, se produjo en las últimas horas y fue confirmado por Aristide durante una conferencia de prensa en Puerto Príncipe.

Aristide instó a los rebeldes, que comenzaron una ofensiva armada en el centro y norte de Haití el pasado día cinco, a que acepten la propuesta internacional para cesar las hostilidades, con el fin de alcanzar un diálogo político aceptado el pasado sábado por él.

La oposición no armada, reunida en la Plataforma Democrática, reiteró ayer por boca de su dirigente Evans Paul su rechazo al plan de paz presentado por la comunidad internacional.

Paul declaró que la decisión opositora fue formalizada en una carta a la comunidad internacional, justo antes de cumplirse el plazo dado por las instituciones y los países que median en el conflicto para que ambas partes aceptaran la propuesta.

Aristide afirmó poco antes que “es tiempo para la oposición de acabar con la violencia”, pero advirtió que “la policía está preparada” ante la eventualidad de un ataque a la capital, que está apoyada, según la oposición, por simpatizantes del Gobierno armados.

“La pasada noche, los criminales (rebeldes) acudieron al Noroeste e incendiaron tanto edificios públicos como privados, matando a gente inocente”, afirmó Aristide, si bien los insurgentes no informaron de posibles víctimas.

Port-de-Paix es capital del departamento del Noroeste y, tras la caída el domingo de Cabo Haitiano -la segunda ciudad más populosa del país-, era el último enclave septentrional de importancia en manos gubernamentales.

Además, en el extremo sur del país, que hasta el momento había escapado de la violencia, informaciones difundidas por radio señalan que partidarios de Aristide atacaron a simpatizantes de la oposición en la ciudad de Les Cayes.

Aristide recordó que el aluvión de refugiados que llegó a las costas de Florida (EU) en 1991, tras el golpe de Estado militar que le derrocó, procedían mayoritariamente del noroeste.

“El precio es demasiado alto. El mar es muy peligroso. Y los que se vayan a Florida no podrán votar en las elecciones de noviembre”, añadió Aristide.

El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan reaccionó a estas palabras al reiterar que Estados Unidos devolverá a Haití a los balseros que intenten abandonar el país caribeño.

EU, Canadá, Francia, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comunidad del Caribe (Caricom) dieron el lunes de plazo a la oposición haitiana, para que reconsiderara su negativa inicial al plan de paz, debido a que no incluye su principal reivindicación: la salida de Aristide del poder.

El presidente francés, Jacques Chirac, pidió ayer desde Budapest a la oposición que reconsiderase su actitud para superar la crisis, mientras que su ministro de Exteriores, Dominique de Villepin, anunció que se reunirá en París con miembros de la oposición, sin dar detalles.

Aristide confirmó que en las últimas horas ha mantenido una intensa actividad diplomática con Gobiernos europeos y EU para posibilitar una salida pacífica al conflicto y a los que ha solicitado una mayor implicación para evitar un “baño de sangre”.

Solicitó a las autoridades de la vecina República Dominicana que “impidan que los terroristas crucen la frontera”, y reveló que la financiación de los rebeldes proviene del mundo de las drogas, sin especificar.

El gobernante advirtió también de que los insurgentes están creando una crisis humanitaria, ante la imposibilidad de que los desplazados por la violencia puedan llegar a Puerto Príncipe, debido a los cortes de carretera.

El Programa Mundial de Alimentos de la ONU alertó ayer de que si la seguridad sigue empeorando, la escasez generalizada de alimentos será “inevitable”, especialmente en el norte, donde es incapaz de distribuir vituallas a la población más necesitada.

La escasez de combustible, que amenaza al aprovisionamiento de electricidad de los hospitales y a la distribución de la ayuda de emergencia, también son, a juicio de la ONU, una amenaza.

Mientras, los Gobiernos de España, Chile y Reino Unido se sumaron ayer a los de EU, Francia, Canadá y México para que sus ciudadanos abandonen el país caribeño ante el cariz que está tomando el conflicto.

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