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MÉXICO, DF.- Carlos Tornero Díaz, comisionado del Organo Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social, señala que la guerra contra los cárteles de la droga no termina con la captura de sus capos y mucho menos con su reclusión en penales de máxima seguridad.
Argumenta que desde adentro de los penales, personajes como Osiel Cárdenas Guillén, siguen operando, se comunican de alguna manera con el exterior y continúan siendo “jerarcas” o “líderes” de sus organizaciones.
El problema es que antes se daba afuera y ahora esto ocurre adentro, explica el funcionario. Con todo, el comisionado asegura que el de La Palma “sigue siendo un penal de máxima seguridad”, aún a pesar de haberse registrado el primer asesinato en su interior -el de Alberto Soberanes Ramos- el pasado tres de mayo.
En este contexto, afirma también: “Nuestra batalla contra el crimen organizado en las prisiones es semejante a la batalla que tienen la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), la Policía Federal Preventiva (PFP) u otra corporación, pero se da en un espacio más reducido”.
Sin embargo, acepta que en los penales de máxima seguridad “sigue habiendo jerarcas, sigue habiendo líderes intelectuales y eventualmente algún custodio o una persona deshonesta que introduzca un celular o algo y que puede haber facilitado la comunicación desde el interior”.
Es el caso de Osiel Cárdenas Guillén, quien se las arregló para enviar ayuda a un poblado de Coahuila, azotado por las lluvias y además organizó un festival el 30 de abril, en Villa de Fuente, para celebrar a los niños del pueblo.
En la batalla interna contra los cárteles de la droga también hay “bajas” reales, inesperadas, como el asesinato de Alberto Soberanes Ramos, estrangulado en el área de sanitarios del penal de La Palma, aparentemente a manos de Bernardo Araujo Hernández, sicario del cartel de Tijuana y otrora importante pieza operativa de los hermanos Arellano Félix. Desde el tres de mayo está bajo investigación por el homicidio.
