No crea usted que Pemex (y el Gobierno Federal del que como organismo descentralizado forma parte) es generoso con todas las agrupaciones de trabajadores a su servicio. En rudo contraste con el favoritismo que dispensa al sindicato dirigido por Carlos Romero Deschamps, de cuyo comité nacional parece formar parte el secretario del Trabajo Carlos Abascal, aquella empresa pública y la dependencia a cargo de este último combaten con fiereza el proceso de organización de los trabajadores de confianza.
En los años recientes surgieron tres agrupaciones de esa índole. Por un lado, Ingenieros Costas Afuera de México, como su nombre lo indica, agrupa al personal de confianza que trabaja en las plataformas marítimas, donde hoy se extraen cuatro quintos del total de la producción nacional de crudo.
Por otro lado, dos asociaciones de nombre casi idéntico, la Organización Nacional de Trabajadores de Confianza de la Industria Petrolera de México (ONTCIP) y la Unión (UNTCIP). A diferencia de la primera, que permanece como asociación civil, las dos restantes transitaron hacia la organización sindical.
Para evitar que esta tendencia prosperara, luego de intimidaciones y engaños, Pemex asestó el 21 de junio pasado un golpe que pretendió acabar de una vez por todas con ese “problema”, pues así considera la dirección de la empresa petrolera el legítimo derecho de quienes coordinan buena parte de las labores allí: Más de cincuenta dirigentes de una y otra agrupación fueron despedidos, en la mayor parte de los casos de un modo desconsiderado y causando perjuicio a la operación, pues no puede prescindirse de la noche a la mañana de los servicios de expertos calificados en diversas ramas. A los más de ellos ni siquiera se les permitió entregar los puestos de trabajo de que estaban responsabilizados y en no pocos casos se les negó el acceso a las instalaciones donde por décadas habían prestado sus servicios.
Aparte esa acción radical, Pemex y la secretaría del Trabajo habían engañado y violado la ley durante el trámite de registro sindical de la ONTCIP, en que nos detenemos de preferencia porque fue al comienzo recibida con aparente buen modo por la empresa, acaso porque había miembros de Acción Nacional en su dirección. Esa Organización se convirtió en sindicato el 13 de abril de 2002 y el 30 de septiembre siguiente fue solicitado el registro a que obliga la ley, así como la toma de nota del primer comité ejecutivo nacional.
Esos dos trámites establecidos legalmente son herencia de un régimen corporativo contrario a la libertad sindical que buena parte de las organizaciones sindicales en México combaten hoy, como también lo hace el proyecto de reforma laboral presentado hace años por el PAN.
Dos meses después, la STPS pidió a la agrupación solicitante cumplir requerimientos adicionales a los de ley, que fueron satisfechos el 26 de febrero del año pasado. Ante la omisión de la secretaría, el 27 de junio se le requirió de nuevo tanto el registro como la toma de nota. Ante la imposibilidad de una nueva demora formal, el secretario particular de Abascal, Raúl Vázquez Osorio pidió y obtuvo una concesión extraña: que la ONTCIP se desistiera de su solicitud (porque la proximidad de las elecciones y la revisión contractual con el sindicato de Romero Deschamps formaban, a su juicio, un cuadro contrario a las aspiraciones del nuevo sindicato). El registro se otorgaría, ofreció, en agosto siguiente.
La Organización cumplió su parte en el compromiso pero no el secretario particular de Abascal, por lo que el 22 de septiembre se reinició el procedimiento de registro. Vázquez demandó un nuevo desistimiento, pero su petición ya no fue acompañada por una oferta como en julio, sino por una amenaza: habría despidos masivos. Así una y otra vez, hasta que el 20 de abril se solicitó por cuarta vez el registro. Fue negado enseguida, el 23 de abril. El 17 de mayo la Organización solicitó amparo contra esa negativa.
A sabiendas de que la justicia de la unión protegería a los solicitantes (como en efecto ocurrió el 28 de junio), una semana antes la administración de Pemex despidió a todo el comité nacional, treinta y tres profesionistas experimentados y con excelente reputación personal. Lo mismo hizo, aprovechando el viaje, con el comité directivo de la Unión, por lo que el descabezamiento de las agrupaciones afectó a más de medio centenar de dirigentes.
Los más de ellos han resistido el golpe y perseveran en sus tareas de organización, al mismo tiempo que litigan en los tribunales del trabajo su reinstalación, extremo que de origen ha sido negado por la empresa, dispuesta a ofrecer prestaciones por encima de las legales a cambio de que esos profesionistas se vayan de Pemex.
La causa última de este encono radica en que la calificación y la experiencia de los ingenieros y expertos en otras ramas que se agruparon en la Unión y la Organización los convierte en testigos incómodos de los despropósitos en que se traduce la actual administración petrolera, en que se mezclan la ineptitud y la corrupción.
La ligereza con que se conduce la administración petrolera llevó al presidente Fox, en su cuarto informe, a formular un anuncio que de corresponder con la verdad hubiera cimbrado el mercado petrolero mundial, pues implicaba el descubrimiento de una reserva de millones de barriles en el Golfo de México. Los ingenieros saben que se trata de una falsedad y como no están dispuestos a guardar silencio, se intenta descabezarlos.