EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Otra policía

Sergio Sarmiento

“Los ladrones creen en la propiedad; lo malo es que les inspira un excesivo amor”.

G.K. Chesterton

Chihuahua, Chihuahua.- El centro de mando de la policía de la ciudad de Chihuahua parece tomado directamente de una película de ciencia-ficción.

Desde una sala de alta tecnología un pequeño grupo de policías vigila un grupo de pantallas que muestran imágenes de cámaras colocadas en distintos puntos de la ciudad. Las cámaras rotan constantemente y ofrecen una visión general de los puntos más importantes de la ciudad.

Los agentes en este centro de vigilancia a control remoto tienen también computadoras donde se muestran las quejas o denuncias ciudadanas y se tiene acceso a un banco de datos sobre miles de personas con antecedentes criminales. Quizá lo que más me sorprende al ver la operación de este centro—acostumbrado como estoy a las deficiencias de mantenimiento de equipos en las oficinas públicas de nuestro país— es que todas las pantallas y todas las computadoras funcionan a la perfección.

Un helicóptero equipado con una potente cámara y lentes de visión nocturna patrulla las calles a intervalos intermitentes. El helicóptero, el centro de mando y los policías que a pie, en patrullas o en motos vigilan las calles, están en constante contacto. Su tiempo de reacción ante la denuncia de un delito es, me dicen de unos cuantos minutos. En algunos casos, sin embargo, puede ser de sólo unos segundos.

Las patrullas no son coches adaptados a la función policíaca sino vehículos fabricados desde un principio para servir como tales. Cada una cuenta con un equipo GPS (global positioning system) que permite definir su ubicación en todo momento desde el centro de mando en un mapa digital de la ciudad. Los patrulleros cuentan con microcomputadoras de consulta que, enlazadas al centro de mando, permiten verificar la identidad de sospechosos y pueden recibir incluso fotografías del banco de datos del centro de mando.

Un sistema informático tiene también la capacidad de reconstruir rostros e identificar fisonomías aun cuando el sospechoso haya modificado algunas de sus características físicas (barba, peinado, etc.). El banco de datos mantiene, incluso, un registro de los tatuajes de los criminales. Si alguna persona denuncia un ataque de un delincuente con, por ejemplo, un tatuaje de determinadas características en el antebrazo derecho, la computadora de inmediato ofrece una lista de personas con antecedentes penales que tienen tales tatuajes.

Los sueldos de los policías se han incrementado de manera sistemática a lo largo de los últimos años. El ingreso neto de un policía recién ingresado a la fuerza era en 1998 de 2,469 pesos; hoy asciende a 6,800 pesos. De hecho, el salario integrado supera los 8,000 pesos al mes. Antes a la policía ingresaba quien no podía encontrar empleo en otro sitio. Hoy las solicitudes son superiores a los lugares disponibles y los reclutas tienen que pasar un curso de seis meses antes de ser dados de alta.

La combinación de tecnología con mejores sueldos ha dado resultados positivos. El robo con violencia a locales comerciales ha bajado 79 por ciento en cinco años: de 346 en 1998 a 72 en 2003. De 20 robos bancarios en 1998 hubo sólo uno en 2003. Los robos a casa habitación, 2,928 en 1998, fueron 1063 en 2003. Chihuahua es hoy una de las ciudades más seguras del país.

La policía de Chihuahua ha recibido una certificación ISO 9001 por sus operaciones aéreas. Ha obtenido también la Law Enforcement Accreditation de Calea, una organización estadounidense de asociaciones policíacas. De hecho, es la primera ciudad latinoamericana que recibe esta acreditación.

La experiencia de la policía preventiva de Chihuahua nos demuestra que sí se puede combatir el crimen de manera efectiva, pero que para hacerlo se requiere recursos, tecnología y un esfuerzo prolongado. El propio presidente municipal de Chihuahua, Alejandro Cano, me dice que una de las razones del éxito de su ciudad en éste y otros campos ha sido la continuidad de esfuerzos a lo largo de varias administraciones. Lo peor que puede hacer un Gobierno municipal, estatal o federal es empezar a construir todo de nuevo cada tres o seis años. Esta es una lección que los mexicanos no podemos darnos el lujo de olvidar. Especialmente en el campo de la prevención del delito, que es la principal responsabilidad de cualquier Gobierno.

Prioridades

Lo que más irrita de la enorme atención que se le presta al pleito entre Cuba y México es que ya nadie se preocupa de las Reformas Estructurales. El que México tenga o no relaciones con Cuba, o lo que haga Carlos Ahumada, no tendrá consecuencias en la vida de los mexicanos. En cambio las ya olvidadas Reformas Estructurales siguen siendo indispensables para aumentar la prosperidad de nuestro país.

Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 87745

elsiglo.mx