Otro día documentaremos la reiterada posición de la señora Marta Sahagún de Fox respecto de su postulación presidencial. Implícita y explícitamente ha repetido, o no ha negado, lo que es una forma de admitir, esa pretensión. De ser verdad, como sorprendentemente afirma su esposo el Presidente de la República, que los medios de comunicación han creado esa fantasía, hubiera bastado con una declaración de su mujer, apenas se la incluyera en una encuesta de presidenciables, para agradecer las atenciones y solicitar el retiro de su nombre de los sondeos.
Pero hoy nos referimos a otras esposas aspirantes a reemplazar a sus maridos o a llegar a otros puestos de elección popular. En dos de esos casos es aplicable la objeción principal formulada a las pretensiones que la señora Fox no ha cortado de tajo (como haría quienquiera que no desea ser presentado como precandidato): es ilegítimo que el poder se alcance desde el poder, merced a las ventajas de exposición pública y de desempeño gubernativo que da el poder. Sin antecedentes políticos propios y sin proyección social previa a la asunción de sus maridos al Gobierno estatal, María del Carmen Ramírez en Tlaxcala y Marta Elena García en Nayarit se hallan ahora en busca de suceder a sus esposos.
Por su parte, María Rubio, esposa del gobernador de Quintana Roo, Joaquín Hendricks, que tampoco había tenido desempeño político alguno, ha admitido que puede ser candidata a alcaldesa de Cancún, en los comicios de febrero próximo. Su caso es distinto de los dos anteriores, no sólo porque no quiere quedarse en el palacio de Gobierno estatal sino porque sería postulada por un partido opositor al PRI, que es el de su esposo. Por añadidura, la pública desavenencia de esa pareja, la denuncia mediática que ella lanzó sobre los abusos de Hendricks a cargo del erario quintanarroense, harían al gobernador un adversario que no apoyaría a su mujer.
Es distinto el caso de la senadora tlaxcalteca Ramírez, esposa del gobernador Alfonso Sánchez Anaya y de la señora García, que lo es de Antonio Echevarría Domínguez. Los dos Mandatarios son firmes impulsores de la candidatura de sus cónyuges. El primero ya consiguió hace cuatro años que su esposa comenzara su carrera política, en una curul senatorial, circunstancia que ella aduce para probar sus merecimientos. Pero le es imposible negar que sin su condición civil no hubiera tenido ninguna posibilidad de ascender en política.
En las próximas semanas, el 18 y el 19 de julio, se dilucidará en parte al menos el destino electoral de cada una de ellas. En la primera fecha el PRD efectuará en Tlaxcala una consulta abierta para escoger a quién se postule a la gubernatura. Al día siguiente concluirá el plazo que la señora Echevarría fijó a los partidos nayaritas que llevaron a la gubernatura a su esposo, para que resuelvan si la hacen o no su candidata
Ambos gobernadores fueron priistas pero llegaron al Gobierno por otras vías partidarias, a que acudieron al saber frustradas sus pretensiones dentro de su propio partido. Ambos también ocuparon cargos relevantes en administraciones estatales surgidas del PRI: Sánchez Anaya (que también ocupó cargos federales relacionados con su profesión de médico veterinario zootecnista) fue presidente del comité estatal tricolor en años en que era gobernadora Beatriz Paredes, de quien fue también secretario de Finanzas. Ese mismo cargo desempeñó en Nayarit, dos veces, Echevarría: primero bajo Rogelio Flores Curiel, que era jefe de la policía capitalina el Jueves de Corpus sangriento y después bajo Emilio M. González. Próspero empresario, fue también secretario de Gobierno con Rigoberto Ochoa Zaragoza. Ambos llegaron al Gobierno postulados por coaliciones de que formaron parte los partidos a que después se afiliaron, Sánchez Anaya al PRD y Echevarría al PAN.
Ambos apoyan explícitamente a sus esposas. Por sólo citar hechos recientísimos, el gobernador de Tlaxcala realiza una gira de despedida, a la que no acude su esposa, “salvo cuando sea imprescindible”, con lo que la senadora Ramírez simultánea su desempeño como presidenta del DIF y política en campaña en el proceso interno de su partido. Echevarría, por su parte, se reunió con clubes de la tercera edad de 18 municipios el sábado pasado y en presencia de su esposa, “reconoció el esfuerzo de la presidenta del sistema DIF”, según reza un boletín oficial. Cuatro días después, la esposa del gobernador pidió a los partidos definirse en torno de su candidatura: “Muchos ciudadanos dicen que Marta Elena debe encabezar la alianza. No podría negarme a la voluntad de la gente que cree en mí, pero no seré quien imponga la candidatura a ningún partido. ..Estoy para sumarme al pueblo y a los partidos que lo integren, si lo desean. Quedo en espera hasta el próximo 19 de julio para que ustedes, dirigentes de los partidos, definan si Marta Elena debe ser la candidata de la alianza...” Hasta antes de ser postulada al Senado (en fórmula que no alcanzó la mayoría, ganada por el PRI), María del Carmen Ramírez fue reportera y la mayor parte del tiempo, funcionaria de prensa en el Gobierno Federal y editora de revistas especializadas en el ámbito de acción profesional de su esposo: Medio agropecuario y Unidad Veterinaria. Nacida en Toluca, se afilió al PRD en 1998, cuando Sánchez Anaya fue postulado a la gubernatura. Presidenta del DIF desde 1999, al año siguiente fue elegida consejera nacional del PRD, de cuya Coordinadora Nacional de la Mujer es integrante.