El caso de Cuba no es de extrañarse, por tratarse de una célula roja más, en la maraña política de México, autodenominada de extrema izquierda, que como hemos visto, atenta contra la soberanía nacional. El camino no es por ahí. Sin contemplar un sistema integral, donde las libertades, el imperio de la Ley (Estado de Derecho) y la rendición de cuentas, son indispensables.
Tampoco es el derrotero de consultoría, por protagónicos irreflexivos, cobijados por institutos o direcciones de ecología que no hacen sino complicar las cosas, como es el caso de traer extranjeros a certificar obras –como la de la presa del Cañón de la Cabeza sobre el río Aguanaval- sin la autorización de la Secretaría de Relaciones Exteriores, denegando así, la capacidad de profesionales mexicanos e instituciones, a quienes legalmente les corresponde el manejo de los recursos hidráulicos del país.
La Procuraduría General de la República debe estar informada de esta anomalía y sancionar las incorrecciones que cometen los mesiánicos, quienes sienten que sólo ellos tienen la verdad en la mano.
Todo el mundo sabe y así se ha externado, que la presa reguladora del Cañón de la Cabeza y rompepicos de las grandes avenidas del río Aguanaval, es una obra benéfica, porque, por un lado evita las inundaciones en el cuadro bajo de la ciudad de Matamoros, Coahuila y por otro, permite a la vez que se recarguen los acuíferos que cada día se abaten peligrosamente, recursos que representan la fuente de suplencia de agua para toda la Comarca Lagunera. Con esta obra, no existe, por otro lado, daño importante a la flora y la fauna silvestres, como así lo manifiesta el Impacto Ambiental (MIA), en su estudio y no se perderá el agua en las llanuras, como viene sucediendo.
Por otro lado, México es religioso pero no clerical. Ese es el dilema, ahora que la jerarquía del clero en México vive bajo el imperio del autoritarismo, la que con sus enormes recursos e influencia, ya participa en la política, como es el caso de Querétaro ni más ni menos. El púlpito es el mejor consejero a sus conveniencias y se convierte en una codiciada plataforma para obtener votos, para los partidos políticos. Lo correcto en el caso, es aplicar la Ley, tal y como está vigente y no permitir que los sacerdotes se involucren en la política, so pena de que se repitan amargos episodios del pasado.
Debe entonces pensarse, como lo estableció el presidente Juárez, que la Iglesia se encargue sólo de sus asuntos y deje al Estado que cumpla con los suyos, de acuerdo con el Artículo 130 de la Constitución Mexicana y el 14 de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, las que claramente establecen que los ministros de culto, no podrán ser votados para puestos de elección popular, ni desempeñar cargos públicos superiores, a menos de que se separen de su ministerio. Este es otro caso de atentado, como se está viendo, a la soberanía nacional, que se debe observar en su corrección.
Al parecer, con estos y otros ejemplos, como los del Sureste y el Distrito Federal, se está perdiendo el orden constitucional y cada quien hace lo que quiere en la interpretación errónea de lo que es la democracia. Se aprecia con ello, que el autoritarismo no ha logrado ser superado. Se hacen estas aclaraciones, en virtud de que una opinión pública bien informada, despierta, con una visión clara, es una estupenda herramienta para la detección de anomalías, la desobediencia de la Carta Magna y a la Suprema Corte de la Nación, que propician el desorden como un atavismo de las mafias crónicas que se niegan a morir. La opinión pública mal informada, sin ideas claras de lo que es conveniente para el país, es una opinión endeble, manipulable y satisface oscuros intereses.
Volvamos al orden constitucional, sin impunidad ni tráfico de influencias, ni crimen organizado, ni autoritarismo, entre otras cosas, que son grandes amenazas de graves problemas, en cuya solución, la opinión pública juega un papel primordial.