EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Michel y Guillermo, de 11 y diez años de edad, tienen varias coincidencias: son hermanos, no viven con sus padres sino con sus abuelitos en la colonia Primero de Mayo y además, ambos han presentado altos niveles de plomo en sangre.
Los niños viven en la calle 16 de Septiembre No. 43 en la citada colonia. Sus abuelitos, Guillermo Rosas y Micaela García, cuentan que desde pequeños han padecido los efectos del plomo, pues sufren constantes dolores de cabeza y estómago.
Guillermo, el más pequeño, alcanzó 39 microgramos de plomo en sangre, de lo cual pudieron darse cuenta hasta que inició el Programa de Metales, en 1999, pues antes no sabían el porqué de sus padecimientos.
Como Guillermo es quien siempre vivió con sus abuelitos, éstos lo llevaron a la Secretaría de Salud para ser atendido y fue examinado por varios especialistas. En octubre de 2001, el Centro de Atención e Integración Familiar, expidió un oficio en el cual sugería la evaluación neurológica para el pequeño.
Michel también acusa en forma constante dolor de cabeza, estómago, sinusitis, desánimo y falta de disposición para estudiar, de acuerdo a un documento emitido por la escuela primaria donde asiste.
Doña Micaela cuenta que sus nietos se quejan también de dolores de rodillas, son muy distraídos y son lentos para aprender. ?Ahora batalla uno mucho para que los atiendan y ya no podemos andarlos llevando como antes?.
Así como Michel, en la colonia Primero de Mayo hay muchos niños que presentan niveles de plomo en sangre por arriba de la Norma Oficial Mexicana, que es de diez microgramos de plomo por decilitro de sangre.
Comentan los vecinos que la contaminación es muy fuerte en ese lugar, pues el cerro de Las Noas impide que se alejen los gases emanados por la Planta, además que están a 100 metros de la refinadora y a unos 300 de la fundidora y son constantes los olores desagradables a bióxido de azufre y otros no identificados que producen dolores de cabeza a la población residente de ese sector habitacional.